VII

1 0 0
                                    

Otro lunes, otra clase de Artes.

A decir verdad, aún me molestaba el desorden, pero en sí comenzaba a disfrutar de la materia (sólo un poco).

La maestra Williams dio un par de palmadas, llamando la atención de todos. Me obligué a concentrarme.

—Bien, chicos —dijo, su voz firme y clara—. La escenografía debe estar lista para la práctica de mañana. Necesito que se apuren. Asegúrense de que lo que hemos estado haciendo no quede sólo como una idea en papel. Los detalles son importantes, y aún tenemos mucho por hacer.

De inmediato, varios compañeros levantaron la mano, al parecer también estaban dudosos sobre qué exactamente debían hacer a continuación.

—Maestra —preguntó uno de los chicos de la fila de atrás—, ¿Cómo quiere que organicemos las pinturas para el fondo del escenario? ¿Qué colores específicamente necesitamos para la escena del balcón?

—Buena pregunta —respondió la maestra, sin perder tiempo—. Para la escena del balcón, utilicen tonos cálidos, como dorados y rojos. Imaginemos que es el final del día, así que algo que evoque ese atardecer, pero sin caer en lo obvio. Queremos algo sutil, no muy brillante.

Otra levantó la mano.

—¿Y el fondo de la casa de los Capuletos? ¿Cómo lo hacemos más realista? —dijo una chica, mirando hacia el espacio donde debería estar la escenografía.

—En ese caso, usen tonos más oscuros —continuó la maestra—, como tonos marrones y grises. No tiene que ser complicado, pero asegúrense de que no se pierdan en los detalles. Lo que más importa es la textura. Unos cuantos toques de pintura que simulen ladrillos o madera vieja darán el toque perfecto.

La clase siguió con las preguntas, pero yo no estaba tan concentrado en lo que decían. Todo lo que quería era que este proyecto terminaría pronto. Sin embargo, había algo de estrés en el aire, y eso lo podía notar en mi estómago. Los demás parecían tener más control sobre esto.

Finalmente, la maestra se detuvo en frente de la clase, con su mirada recorriendo a todos los que aún quedaban.

—Jaden y Kai—nos dijo, señalándonos—, ustedes trabajarán juntos. Organícense bien. Asegúrense de que la pintura del fondo esté lista para mañana. ¡Vamos, que el tiempo no espera!

Mis ojos se encontraron con los de Kai, quien ya estaba sacando sus pinceles con una expresión tranquila en su rostro. Yo, por mi parte, seguía sin comprender cómo podía estar tan relajado. Pero me limité a asentir, sin ganas de hacer una escena. Aunque me molestaba tener que estar con él otra vez, al menos no sería tan terrible. Pero en serio, ¿Por qué siempre nos tocaba juntos? Quizá era por compartir dormitorio, pero eso era absurdo. 

Pero debía admitir que no me hablaba con nadie más aparte de él, así que...

La sala de arte estaba llena de ese aire a pintura fresca y madera, con los olores combinados que me resultaban pesados. Aunque las paredes estaban cubiertas de colores y manchas por todos lados, todo eso parecía un caos organizado, con cada grupo trabajando en algo diferente. Yo, por supuesto, no quería estar en medio de ese caos, mucho menos mancharme. Era el tipo de actividad que siempre había evitado.

La bata que me dieron estaba bastante grande, casi cubriéndome hasta los tobillos, y a pesar de que era blanca, algo en mi estómago me decía que en cuanto tocara un pincel, me vería como un desastre. Miré a Kai, que ya estaba concentrado en su parte del trabajo, aplicando unas pinceladas de color a la parte del fondo del escenario. Él, que había sido siempre tan relajado en todo, no parecía tener ninguna preocupación sobre ensuciarse, como siempre.

|Paleta de Emociones|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora