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—Richard, ¿No me haces un cafecito?
Gustavo Cerati, reconocido por su masivo éxito con la banda Soda Stereo, se encontraba produciendo el segundo álbum de Fricción, una destacada banda en la escena dark de Argentina.
—Si, voy. Mientras andá viendo lo del chorus de la guitarra de Roly.
El líder de aquella oscura banda era su colega Richard Coleman, leal amigo desde el origen de Soda Stereo.
Desde ese encuentro, empezaron a relacionarse y juntarse muchas, demasiadas veces en bares, en sus casas, o a simplemente tocar. Se llevaban de una manera fantástica; parecía que sus almas habían sido separadas al nacer. Compartían su gusto por la música y su composición, por las mujeres y por el exceso, entre muchas otras cosas.
Richard amaba la compañía de Gus y su atmósfera tan cálida, apasionada y generosa. Siempre que estaba con él sentía una conexión muy profunda, un mar de lealtad y confianza.
Gus, por su parte, también pensaba cosas similares. No sabía por qué, pero siempre que estaba con su amigo se sentía de una manera diferente, como si fuera una persona que destacaba entre todas sus amistades. Tenían una conexión donde se podían comprender a la velocidad de la luz.Coleman terminó de preparar el café y, con la taza en mano, caminó hacia su compañero. Se llevaba una cerveza para tomar por su cuenta.
—¿Te lo apoyo acá, Gus? — Coleman hacía referencia a la mesa donde se ubicaban los cassettes que escuchaban.
—No, no. Dámelo que... no hay tiempo que perder. — bromeaba con un poco de exageración.
Eran la 01:00 A.M. Era un sábado y estaban encerrados en ese caluroso cuarto desde el día anterior, desde las 10:00 A.M. Ellos dos se despedían de la banda y se quedaban solos para encargarse de las grabaciones, los efectos y los recortes, en especial Gustavo, quien era un perfeccionista serial.
Solían joder un rato, tocar, escuchar música, hablar de minas, editar las grabaciones: todo un ciclo de caos continuo. Coleman al paso del tiempo caía antes los efectos del alcohol, y Gus lentamente le estaba siguiendo el paso luego de reemplazar el café por la cerveza.
—Daaale Gus, que me quiero ir a casa ya! —exclamaba con un tono desesperado, aburrido.
—Pará Richy, espérame un segundo que alineo tu parte bien y ya terminamos por hoy. —lo tranquilazaba Gustavo a Coleman.
—¿Richy? ¿De dónde sacaste ese apodo de re mierda? Suena como si fuera tu amante!
—Bueno che, cariñoso no se puede ser nunca con vos, eh! —Reían a carcajadas.
—Y no, soy una persona difícil. —bromeaba sarcásticamente. —Mentira Gus, está lindo. Pero suena como si fuéramos putos.
Un silencio acogedor era presente en el ambiente, lleno de la pérdida del sentido y al mismo tiempo, lleno de un leve sentimiento de cariño, amistad, y amor.
Llegaban las 03:00 A.M. Llevaban más de 15 horas enjaulados en esa tarea eterna y para rematar, ambos estaban bajo el efecto del alcohol, por lo tanto la sensación de pérdida flotaba en el aire.
—Listo. Voy por las llaves y nos vamos.
Gus cerraba la puerta con un lento mover, y se dirigía a su auto donde se encontraba el otro músico.
—Richard, tu casa queda lejisimos de acá, mientras llegamos seguro que ya sale el sol. Si querés te podes quedar en casa.
—Eh... Bueno, dale. Cuidado con manejar porque estamos medio pasados. —decía con un tono bromista, pero inseguro al mismo tiempo.

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𖦹 horas furiosas sin plegarias . . .
Romance☆ - "Dame un segundo nada más, quiero tocarte sin pensar." - 𝘎𝘢𝘣𝘪𝘯𝘦𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘈𝘮𝘰𝘳, 𝖥𝗋𝗂𝖼𝖼𝗂𝗈́𝗇.