Me preguntaba si estaba en lo correcto, si todo lo que había ganado desde entonces se iba a esfumar por lo que estaba apunto de hacer. La gente pensaba que era extraño, ellos decían que me merecía alguien mejor, que un hombre debería estar con la actriz más famosa de Hollywood, sengún ellos. Con apenas veintiseis años de edad iba a pedir matrimonio a mi novia de veinticuatro. Algunos me apoyarían, mientras que otros me odiarían por el resto de sus vidas, ya que ahora no tendré tanto tiempo para ellos.
Ya no era el niño que era antes, había crecido tanto psicológicamente como físicamente, había madurado. Sabía lo que era amar lo había experimentado y me alegraba de ello. Por eso iba a hacerlo.
Consulté mil veces a mi madre sobre esto. A ella al principio no le caía bien ____, por el simple hecho de que ella no era como las demás, estaba enferma, internada en un hospital la mayor parte de su vida. Pero no tuvo otro remedio que aceptarlo, su hijo era feliz al lado de ella y eso era lo que importaba. Ahora eran como uña y carne, mi madre la trataba como su hija y ella como la madre que nunca tuvo.
Ella y la señora Dixon no se llevaban bien. Al principio cuando cayó su madre era un amor, pero se separó de su marido poco tiempo después y conoció a otro hombre. Ahí fue cuando se dejó llevar por el amor y de la noche de la mañana olvidó a su hija. Increíble, lo se.
Salí del coche y me coloqué la chaqueta mientras me miraba al retrovisor. El anillo lo tenía en el bolsillo y el pelo gracias a dios no se había despeinado mucho. Todo parecía ir a la perfección.
Eché el último vistazo a mi coche, mientras me alejaba rápidamente de él. No quería llegar tarde, es más, no tenía hora. Pero todos los días a las 11:11 estaba en la puerta de su habitación con una rosa roja, sus favoritas. La flor la llevaba en mi mano derecha e intentaba no pincharme con las espinas.
Saludé a la señora de información con un leve movimiento de mano. Ella ya me conocía de todas las veces que pasaba por allí, era agradable hablar con ella. La mujer sólo se dispuso a sonreir débilmente. Era extraño la sonrisa de esa mujer era imposible sacarla de su rostro.
Llamé al ascensor, y pulsé el número siete, donde estaba la habitación de mi futura mujer y el área del cáncer. Todas las personas que llegaban a esa planta era porque tenían esa enfermedad y muy pocas salían por la puerta curadas.
Mis manos sudaban, era el momento.
Me moví por los pasillos ágilmente, como si mis pies me llevaran solo, aunque estar viniendo aquí por casi cuatro años hacía que me supiera todo el hospital a la perfección.
Me paré en la puerta y solté un gran suspiro, eso sin duda me ayudaba a estar más tranquilo en situaciones semejantes a esta.
No pensé más y la abrí, observando una habitación totalmente vacía, sin ningún alma. La cama estaba hecha, juraría que habían cambiado las sábanas por unas del hospital. ____ tenía el lugar como si fuese su casa: las paredes llenas de posters, la cáma con las sábanas de sus dos colores favoritos...
Deambulaba por los pasillos, pensando en donde se pudo ocultar mi novia. Tal vez se fue a la salida de incendios a fumar. Odiaba que hiciera eso, sus pulmones no llevaban bien el humo de los cigarrillos debido al cáncer. Mi otra opción era ir al salón, donde todos los enfermos se reunían a pasar el rato y a divertirse jugando a algún juego de mesa o simplemente a charlar.
Opté por la primera, lo más probable es que estuviese alli. No le gustaba la idea de estar con otros internos aguantando hablar sobre sus penas.
Nada, ni rastro de ___, tampoco estaba el papel de baño que ponía en el suelo de la escalera para sentarse y no mancharse con la porquería que dejaban los zapatos de los enfermeros y doctores al bajar. Deducía que no había estado aquí.
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11:11 AND A RED ROSE *One shot*
Short StoryElla estaba enferma y él la pediría matrimonio. ¡HISTORIA DE UN ÚNICO CAPÍTULO!