El narciso negro

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Cansado, el cuervo descendió a una charca que vio desde lo alto. La vio gracias a la luna, quien se reflejaba en ella como bañándose. Primero se posó sobre la rama de un ciprés y más tarde en la de un roble. Había volado mucho mundo, cansado, recordando que los hombres de su tierra lo ahuyentaron por su negrura. Su especie significaba un presagio de muerte para ellos, y mataron a todos los suyos. A este no lo consiguieron herir en nada vital, salvo el corazón, que temeroso, buscaba alguna pulcritud que le limpiara su oscuridad en el viaje. Pero nada tenía el mundo de pulcro. Allá donde hubiese hombres, un sombrío vacío les perseguía, uno del que solo se percataban cuando salía en televisión.
Abatido y con la garganta seca, bajó finalmente al fango. En pequeños saltos, iba dirigiéndose al agua, vigilando el negro bosque que le rodeaba. De sus tinieblas podía surgir cualquier bestia o mal que lo encontrara apetecible para comer, cazándolo sigilosamente. Tanto temía lo que pudiera ocurrirle que notó como su sangre empezaba a calentarse e ir mas rápido. Cada rama que crujía o cada viento que siseaba, lo sentía en su pecho, en forma de angustia . Buscó consuelo al pensar que una vez saciada su sed, se refugiaría en zona segura, en las copas de los arboles.
Así, trémulo, fue acercándose cada vez más al agua hasta llegar a ella. Echó un último vistazo a su alrededor, concentrado en no escuchar nada y sin estar del todo seguro, inclinó su cabeza velozmente. En ese rápido movimiento, vio de reojo una fuerte luz proveniente de la charca a la que se dirigía y esclavo de su sentido de supervivencia alzó espantado el vuelo. Era despampanante, y aún la veía desde arriba. ¿Cómo no se percató de ella al ir hacía allá? Descubrió de pronto que todo su alrededor era iluminado por este destello.
Observó a su compañera de vuelo, la luna, quien presentaba un color similar. ¿Y si solo hubiera sido su reflejo? Este le había guiado hasta allá, por lo que podía ser que olvidándose de él por su miedo, se asustara al verlo. Pero eso no podía explicar como el bosque quedó también todo bañado de este tono. Observó que sus alas, siempre tan negras, también se pintaban del azul lunar, por lo que decidió creer que la luminosidad del bosque se debía por el mismo motivo. Redirigió el vuelo entonces al lugar de donde partió
Apoyado en la punta del ciprés, observó el panorama antes de acercarse. Efectivamente la luz procedía del lago, pero era mas intensa que la luna, por lo que no podía ser su reflejo. Tal vez su teoría fuese una mera excusa para ver en detalle su temor. Quiso analizar el aura, por lo que planeó hasta una rama mas baja. Y viendo que no pasaba nada, a otra, y a otra, hasta llegar a la última. Notó, a medida que se acercaba, que la luz no provenía directamente de la charca, sino de una criatura en su interior. También notó que esta, a medida que se aproximaba, parecía aumentar de tamaño.
Sabía de la existencia de animales acuáticos, y que en su mayoría estos no suponían una amenaza. Así se lo dijo una vez su padre. Además, eran seres inferiores, porque creían poder volar como los pájaros, pero no podían. Ingenuos, solía decir.
Aún así, él había sufrido amenazas de seres en apariencia inofensivos. Crías de humanos le perseguían y tiraban piedras, alguna nube le cegaba, ciertos árboles dejaban caer sus frutos sobre él, etc.
Tenía que andar con cuidado.
Se posó en una roca cercana a su objetivo y vio como la criatura emanaba su claridad sin observarla a esta directamente. Se quedó un rato así, analizando si en algún momento aparecía alguna amenaza. Pero todo se mantuvo inmóvil, y esto le agradó. Las cosas mas inofensivas eran las que no se movían, pero las de mayor peligro, las que se movían por sorpresa. Así se lo enseñó una vez una serpiente.
Pensó entonces en cuanto había viajado y en los años que llevaba con él. La falta de encontrar un destino que le pudiera limpiar de la oscuridad que mató a su familia, disminuyó su fe en su empresa. Sus huesos eran blancos, morirse podía ser la solución. Un espíritu de indiferencia entonces le invadió ¿ Qué tenía que perder? ¿La vida? ¿Acaso la tenía? Se acercó entonces al lago, en cortos e interrumpidos saltos .
Observó entonces como la intensidad aumentaba por acercarse él y llegando a la orilla, observó a la criatura refulgente. La contempló con asombro, era preciosa, mas que todo lo que antes hubiera visto. No sabía qué era y aún así la admiraba. Parecía mayor que vista desde otras alturas, pero no superaba su cabeza. Se mantenía estática, descansando majestuosamente en el fondo de la charca, bajo él. ¿Podía ser que fuese la claridad que buscaba? No lo sabía, sin embargo era lo mas parecido que en el mundo podía encontrar.
Se quedó analizando cada uno de sus detalles, todos preciosos, durante mucho rato. Le maravillaba tanto aquel ser, que los días se convirtieron en minutos, y en un instante podía ver la noche y la mañana varias veces. Su luminosidad y pureza era mayor que la de la jornada, opacando al sol.
Empezó a notar con mayor intensidad su sed, agrietándole la garganta, pero no quería ensuciar el hogar de su ídolo con su oscuro pico. Tampoco quería perderlo de vista yendo a buscar otra fuente de agua. Su sitio era aquel, y a pesar de que estuviera inmóvil viendo el animal y muriéndose lentamente, cualquier otra cosa le parecía una pérdida de tiempo.
La falta de agua y vigilia alcanzo su mente, y esta comenzó a ver la realidad a su antojo. Escuchó del ser palabras que nunca pudiera este emitir, palabras de desprecio e insultos de su incapacidad.
-Ni una sola de tus plumas será la mitad de pura que yo, vil e ingenuo pájaro.
Sin embargo esto al cuervo le pareció bueno porque tenía asimilado que nunca iba a cambiar su negrura, y la solemne criatura le enseñó al decirlo su preciosa voz. Era musical, no como la suya, que fue uno de los motivos de la matanza de su familia.
Llegó el día donde el cuerpo dejo de poder con su vida contemplativa, y tras llorar una lágrima de sangre que ensució el agua, se desplomo. Si pudiéramos hablar con su espíritu, nos diría que fueron los mejores días de su vida. Se dice que se mantuvo en ese sitio contemplando aún el animal, quien salió del agua para descansar sobre la tierra. El alma pensó que fue su gota de sangre lo que lo sacó de su sitio, sin nunca darse cuenta que a quien realmente admiraba era el reflejo de su cuerpo, que ahora descansaba en paz sobre el suelo.

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