NO KISS FOR ME !?

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Cambiar de escuela en el último año de la secundaria no es algo que a la mayoría se le antoje, ¿Cierto? Bueno, a Junseo tampoco, pero no había mucha otra opción que digamos considerando que el trabajo de sus padres había sido la causa principal por la que terminaron en la ciudad céntrica de Seúl poco después de su cumpleaños número 18.

Y cuando creyó que las cosas no podían ir de mal en peor se encontró el primer día del único año que pasaría allí con una secundaria que parecía sacada de película estadounidense barata, y no lo decía en el buen modo.
Desde que dio un paso hacia adelante y entró al gran edificio pudo notar la clara separación de grupos; nerds, deportistas, raritos. Absolutamente todo lo que creías que podrías encontrarte definitivamente te lo encuentras.

Pero todos estos grupos se arrodillaban frente a un grupo en común: cuatro chicos que parecían dominar todo el colegio y tenerlos comiendo de su palma.
Los nombres de los dos escuincles tontos y del perro faldero no son necesarios de mencionar. Incluso si lo fueran no podría hacerlo, ya que no los recuerda con certeza.

En esta historia solo hay una persona en particular que es lo suficientemente relevante por sí misma y que es necesario mencionar: Kim Jimin, líder del grupo y básicamente la primera y única persona que ha visto que tenga un séquito de fans en su propio colegio.

A ver, ¿Cómo se puede describir a Kim Jimin? Hay demasiados adjetivos que le sientan de maravilla... Popular, egocéntrico, bastardo, incluso fuckboy si se quiere.

Tenía un encanto natural y lograba mover masas con facilidad. Era tan bueno ocultando sus verdaderas intenciones que para el momento en el que te dieras cuenta de cómo te manipula (si es que lo logras en primer lugar) ya sería demasiado tarde y te habría exprimido al máximo en todos los sentidos.

Quizás por esa costumbre de siempre ganar todo y ante todos fue lo que lo llevó a Junseo a caer en su lado malo, pues pudo sentir desde lejos el tipo de fachada que aparentaba y por eso decidió no estrechar su mano con la de él cuando se presentó, arrogante, sintiendo que si lo hacía estaría aceptando algún pacto, y en su lugar decidió pasar de largo con un simple "Hola. Es bueno conocerte también".

Desde ahí comenzó una guerra ruidosa, donde él y Jimin eran los protagonistas mientras que el resto eran testigos, entretenidos por el drama entre el príncipe del colegio y el chico nuevo. Incluso los profesores parecían interesados en lo que sea que estaba pasando.

Decir que Junseo odia a Jimin sería quedarse corto, demasiado corto. Aún conociendo de arriba a abajo las tácticas que este tipo de personas utilizaba para tener a todos enrollados a su dedo, parecía que Jimin siempre estaría un paso por delante de él. Desde bromas como cambiar la cerradura de su casillero o tirarle bebida en el almuerzo hasta esparcir rumores y cometer vandalismo para luego culparlo y reírse de él cuando pasaba junto al aula de castigos, viéndolo pudrirse en su silla.

Ese hijo de puta era la mierda más grande que jamás haya conocido, y estaba seguro de que en el infierno había un trono especial para él, esperando el fin de sus días.

Pensar en todas las cosas que Jimin había hecho contra él en el último tiempo lo hacía sentir agotado. Tanto así que desplomó su cabeza sobre la mesa del comedor del colegio, esperando a que su único amigo en esa ciudad de mierda terminara de comprar lo que iba a comer y moviese su trasero hasta donde él estaba.

—Che, no te duermas que aún nos quedan por lo menos 3 horas más de colegio —bromeó Youngseo, sentándose frente a él.

Junseo apenas levantó la cabeza para hacer contacto visual con él antes de rodar los ojos y volver a hundirse en su miseria.

—No estoy durmiéndome —aseguró.

—Dile eso a tu cara entonces, porque no se nota —acotó.

Ahora sí decidió levantar su cabeza por completo de la mesa. Bostezó en su antebrazo y se tapó la cara, pasando sus dedos por debajo de sus lentes. Esos mismos lentes que tuvo que mandar a arreglar la semana pasada por una broma pesada.