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[ Río De Janeiro ]

En las calles de Río cerca de las playas de Copacabana donde en todas las noches los rugidos de los motores resuenan en los callejones, el aroma a caucho quemado y gasolina hace una perfecta mezcla junto a la sinfonía de los motores.

Musica y autos de distintas marcas, desde deportivos hasta clásicos, se reúnen en el punto de encuentro donde es Starlight Club, un club lleno de energía, música y emoción que todos los amantes de estos vehículos conocen y visitan para así competir y ganar una deliciosa cantidad de dinero y fama además de las hermosas mujeres Brasileñas en este lugar.

En esta misma noche entre la tenue luz del Starlight un elegante Nissan GT-R Nismo, su pintura tan oscura como la noche misma, aros de un carmesí brillante y vidrios oscuros que ocultan a su piloto, se aparca en medio de esta gran multitud llena vítores ante su llegada.

Al parecer todos lo conocen tal así mismo como respetan, hay rumores de que este piloto es hijo de Thiago Santos quien antes fue el mejor conductor en estas calles y ganador de muchas carreras, hasta que trágicamente acabó en un accidente, muchos dicen que fue solo un simple problema en la mecánica de su auto pero otros dicen que fue un suceso arreglado, incluso así muchos lo recuerdan como una leyenda en el volante mientras que otros han olvidado por completo su nombre y legado.

Cuando la puerta de este elegante vehículo se abrió, un joven descendió, su cabello corto y negro despeinado por el aire fresco de la noche. Sus penetrantes ojos azules con tenue oscuridad escanearon los alrededores, absorbiendo las luces de neón y los ritmos pulsantes que emanaban del Starlight Club.

Con paso desafiante y seguro, el joven se abrió paso entre la multitud de personas, su chaqueta negra y sus jeans se mezclaron con la multitud del lugar. El sonido de los motores acelerando y las multitudes vitoreando aún resonaban en sus oídos, un recordatorio de su dominio en la escena de las carreras clandestinas esta noche. Al entrar al club principal, la cacofonía de música y charlas lo envolvió, el bajo retumbaba a través de sus botas. El aire estaba denso con el olor a alcohol, sudor y el aroma embriagador de una atmósfera animada y de alta energía.

Navegó a través del mar de juerguistas, su mirada atraída por El bar donde Mark, un rostro familiar, lo esperaba. La amplia sonrisa de Mark y su mano extendida saludaron al joven cuando se acercó.

— "¡Amigo! ¡La rompiste esta noche! Felicitaciones por la victoria, … John" — Felicitó Mark con una amplia sonrisa.

John Santos cómo antes consideramos este joven es hijo de Thiago Santos. Al igual que su padre él se ha convertido en uno de los mejores conductores clandestinos. Como toda persona ha vivido, reído y disfrutado mucho, mas también ha sufrido y perdido pero no carreras sino algo mucho más importante.

— "Gracias …" — respondió John con indiferencia hacia Mark.

John se sienta en un taburete del mostrador sin mostrar mucho entusiasmo delante de las felicitaciones de Mark. Apoyando sus brazos cruzados sobre la encimera del mostrador mira hacia las muestras de bebidas en las repisas y despues casualmente escudriña a su alrededor con sus penetrantes ojos azules, absorbiendo cada detalle desde los colores de las cervezas hasta los rostros de los presentes en el bar.

— "Dame la misma de siempre" — solicitó John, con voz casual y apática.

Mark suspiró no pareciendo asombrado por la sequedad de John, se acercó a las bebidas y toma una botella de Lager Especial el líquido rubio juega con la tenue luz del bar mientras su aroma malteado se mezcla con el aroma de las demás cervezas del lugar.

Mark observó con una sonrisa curiosa hacia John mientras empezaba a hablar intentando concretar una conversación :

— "Entonces … bienvenido de nuevo , supongo" — dijo Mark con una sonrisa curiosa.

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