Niño nuevo en el Paddock

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En el mundo del paddock, donde todos conocían la relación de Toto y Christian, el reciente giro en sus vidas fue una sorpresa total: habían adoptado un niño adorable hacía apenas unos días. Aunque el pequeño no compartía ningún rasgo físico con sus padres, sus ojos azules y su cabello rubio resaltaban. Sin embargo, eso no impedía que ambos lo amaran profundamente, como si fuera propio.

Cuando Toto y Christian llegaron al paddock, sosteniendo a su recién adoptado hijo en brazos, todas las miradas se posaron sobre ellos. El contraste entre el cabello oscuro de Toto y el rubio brillante del niño hacía que llamaran aún más la atención. Apenas pusieron un pie en el lugar, Max y Checo se acercaron de inmediato, curiosos.

Max fue el primero en hablar, mirándolos con una sonrisa sorprendida.
—¡Hey! ¿Y ese pequeño? ¿Es de ustedes?

Toto sonrió, acomodando al niño en sus brazos mientras el pequeño miraba a su alrededor con curiosidad.
—Sí, Max. Es nuestro hijo —respondió, con un tono orgulloso.

Checo se agachó un poco para mirar más de cerca al niño, quien le devolvió la mirada con sus ojos azules.
—Pero... ¿de dónde sacaron a este rubiecito? ¡No se parece a ustedes para nada! —bromeó, con una sonrisa divertida.

Christian rió y le dio una palmada en el hombro a Checo.
—No todo es genética, amigo. Lo importante es que ahora es nuestro, y lo amamos como si lo fuera.

Max asintió, visiblemente emocionado.
—¡Pues felicidades a los dos! Nunca pensé que vería a Toto en modo papá... ¡Y menos cargando a un rubiecito como este!

Toto rió, mirando al niño con una mezcla de ternura y orgullo.
—Ni nosotros, Max. Pero aquí estamos. Él llegó para cambiar nuestras vidas.

Max miró al niño en brazos de Toto, una sonrisa divertida jugando en sus labios.

—Si se descuidan, me lo robo —bromeó—. Digo, se parece más a mí que a ustedes, ¿verdad, Max segundo?

Christian rió, pero antes de que pudiera responder, el niño hizo algo inesperado: alzó sus pequeños brazos hacia Max, como pidiendo que lo cargara.

Max abrió los ojos, sorprendido, pero no perdió tiempo en recoger al pequeño, acomodándolo con facilidad en sus brazos. El niño se recostó tranquilamente contra él, como si estuviera completamente cómodo.

—¡Vaya! —exclamó Checo, riendo—. Parece que ya te ganó, Max.

Max sonrió, balanceando ligeramente al niño.
—Ya ves, Checo, soy bueno con los niños. Quizás deberíamos considerar uno...

Antes de que Checo pudiera contestar, George apareció detrás de ellos, con una expresión de sorpresa al ver a Max cargando al niño.

—¿Max? —preguntó George, incrédulo—. No sabía que ya tenías un hijo... ¿Por fin Checo te dio lo que querías?

Checo casi se atragantó con su propia risa, mientras Max soltaba una carcajada.
—¡Claro que es mío! —bromeó Max, dándole un suave beso al niño en la frente—. ¿Verdad, campeón?

Pero antes de que el chiste fuera más lejos, Toto alzó una ceja y se cruzó de brazos.
—No, George. Es nuestro —dijo con firmeza, aunque con una sonrisa divertida—. Pero parece que nuestro pequeño ya tiene a su piloto favorito.

Christian suspiró, mirando al niño con fingida resignación.
—Perfecto, apenas lo adoptamos y ya lo perdimos ante Max Verstappen. Esto va a ser divertido.

Las risas estallaron entre el grupo, mientras Max seguía jugando con el pequeño, quien parecía completamente encantado con su "nuevo piloto favorito."

One Shot - WolffnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora