La simetría de su rostro era casi hipnótica; cada ángulo parecía cincelado con precisión. Su cabello, un negro tan profundo que absorbía la luz, caía con descuido sobre su cuello fuerte y grueso, que Jungwon encontraba insólitamente atractivo. Siempre emanaba un aroma fresco, tan constante como imponente, una mezcla de misterio que lo mantenía alerta. Pero lo que más lo desarmaba eran sus ojos: indiferentes, impenetrables, miradas fugaces que parecían no detenerse en nada, como si nada fuera digno de su atención. Y era esa indiferencia—tan fría, tan desinteresada—lo que volvía loco a Jungwon.
-¿Vamos? ¿Por qué pareces embobado con esa persona? —murmuró Sunoo, con una mezcla de intriga y burla, mientras miraba a Jungwon. Lo había sorprendido otra vez, completamente absorto, observando fijamente al chico de la mesa de adelante.
Jungwon desvió la mirada rápidamente, con un leve rubor en las mejillas, tratando de restarle importancia. Pero el brillo en sus ojos lo delataba; incluso Sunoo podía verlo. Era imposible disimular ese interés tan intenso, especialmente cuando se trataba de alguien tan frío e inalcanzable como Jay.
-¿Por qué te gustaría alguien como él? —insistió Sunoo, con el ceño fruncido y tono de reproche—. Siempre está en fiestas, y se ve que es una persona grosera.
—Anda ya, realmente no sabemos mucho de él... —respondió Jungwon, intentando suavizar las palabras de su amigo—. Puede ser una persona amable, solo que un poco tímida, nada más.
Sunoo soltó una risa sarcástica, cruzándose de brazos mientras echaba otra mirada al chico de la mesa de adelante, que parecía ignorar el mundo entero a su alrededor.
—Sí, claro. Amable y tímido... Igualito a lo que demuestra —replicó, bajando la voz, aunque sus ojos no perdían la chispa crítica—. Pero bueno, ya veremos cuánto te dura la ilusión.
Jungwon dejó que las palabras de Sunoo se desvanecieran en el ruido de fondo. Sabía que su amigo no tenía malas intenciones; simplemente disfrutaba criticando un poco a los demás, siempre con ese toque sarcástico que lo caracterizaba. Pero Jungwon, en cambio, veía más allá de la fachada fría de Jay.
Para él, ese chico que aparentaba ser indiferente no era nada más que alguien escondido detrás de su propia coraza. Jungwon estaba seguro de que, con un poco de cariño y paciencia, incluso el corazón más helado podía ablandarse. Había algo en la mirada ausente de Jay, en la forma en que sus hombros se relajaban cuando pensaba que nadie lo observaba, que le hacía creer que detrás de esa dureza había una ternura escondida, esperando ser descubierta.
—Lo siento, quería seguir... pero las clases ya van a comenzar —murmuró Sunoo, interrumpiendo el momento y, sin esperar respuesta, tomó el brazo de Jungwon, jalándolo suavemente hacia el salón de clases.
Jungwon, aún con la mente ocupada en Jay, no tuvo más opción que seguirle el paso, aunque su mirada se quedó fija unos segundos más en la mesa de adelante, como si esperara que Jay, de alguna forma, se diera vuelta y lo mirara. Sin embargo, la indiferencia de Jay seguía intacta.