Tras su reencuentro en Kioto, Gojo y Chayanne mantuvieron su relación con dedicación. Se esforzaron en mantenerse en contacto, compartiendo momentos y estando presentes en cada oportunidad. Sin embargo, el destino aún les tenía reservada una prueba final, una que definiría si realmente estaban hechos para estar juntos.
Chayanne se encontraba en Japón para otro concierto. Aprovechando la ocasión, ambos decidieron pasar unos días juntos en Tokio. Pero aquella noche, mientras caminaban por las calles iluminadas, un inesperado ataque de espíritus malditos interrumpió su tranquilidad. Un grupo de poderosos seres surgió de la nada, y, aunque Gojo estaba listo para protegerlos, Chayanne se negó a quedarse atrás.
“Voy a estar a tu lado en esto, Satoru”, dijo con determinación.
Gojo, sorprendido, sonrió. “Siempre supe que tenías un espíritu luchador, Chayanne. Pero esto no es un escenario, es peligroso”.
Chayanne no retrocedió. En lugar de eso, tomó un objeto que Gojo le había regalado: un pequeño amuleto que contenía un toque de la energía maldita de su pareja, que podía activar solo en situaciones extremas. Al ver la valentía de Chayanne y su determinación de enfrentar el peligro a su lado, Gojo entendió que ya no podía protegerlo del mundo al que él pertenecía. Decidió confiar en él y en el amor que los unía, usándolo como su motivación para luchar juntos.
Con una combinación de fuerza, habilidad y, por supuesto, algunos elegantes movimientos de baile de Chayanne que desconcertaban a los espíritus malditos, lograron vencer a los enemigos. Al final, exhaustos y llenos de adrenalina, Gojo abrazó a Chayanne como nunca antes.
“Creo que somos un mejor equipo de lo que pensé”, dijo Gojo, con una sonrisa sincera, mientras se apoyaba en él.
Esa noche, ambos comprendieron que habían pasado la prueba más grande. Estaban dispuestos a enfrentar cualquier peligro y cualquier distancia siempre que estuvieran juntos. Chayanne decidió hacer de Japón su segunda casa, viajando con frecuencia entre sus compromisos, y Gojo se aseguró de que siempre hubiera un lugar para él en su vida, libre de temores y con total confianza.
En adelante, sus vidas estuvieron llenas de aventuras, de conciertos, de misiones peligrosas y, sobre todo, de amor. Cada uno encontró su lugar en el mundo del otro, y aunque venían de realidades distintas, lograron construir una historia única, un amor tan improbable como verdadero.