Capítulo 6

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Jasmin flotaba en el vacío, atrapada en esa oscuridad opresiva que la rodeaba. No había nada a su alrededor, solo silencio y una sensación de angustia creciente. Su respiración era rápida, descontrolada. El miedo se apoderaba de ella. No sabía dónde estaba ni cómo había llegado ahí. Era como si el mundo hubiera desaparecido, dejándola sola en un abismo que no tenía fin.

Pero de pronto, algo cambió. La oscuridad comenzó a disiparse, como si una bruma espesa se estuviera levantando. Poco a poco, el entorno a su alrededor tomó forma. Jasmin parpadeó, tratando de comprender lo que veía. Los árboles comenzaron a alzarse en la distancia, formando un denso bosque que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. La luz del sol se filtraba a través de las copas de los árboles, creando sombras alargadas y moviéndose como si tuvieran vida propia.

El aire era fresco, y el sonido del viento entre las hojas llenaba el ambiente. Jasmin sintió el suelo bajo sus pies, un contraste absoluto con la nada en la que había estado. Por un breve momento, pensó que tal vez había salido de ese extraño vacío, pero algo en el ambiente no estaba bien. Había una tensión palpable en el aire, algo que no podía explicar pero que la hacía sentir inquieta.

A lo lejos, entre los árboles, Jasmin distinguió dos figuras. Entrecerró los ojos, tratando de enfocarse. Su corazón dio un vuelco cuando reconoció a una de ellas: era su madre. Su madre, a quien no había visto desde hacía tanto tiempo, estaba ahí, de pie, con su largo cabello oscuro moviéndose con el viento. La segunda figura, un poco más grande pero inconfundible, era Perla. Jasmin sintió una mezcla de alivio y confusión. ¿Qué estaba sucediendo?

Jasmin trató de caminar hacia ellas, pero su cuerpo no respondía. Era como si estuviera atada a ese lugar, incapaz de moverse. Trató de gritar, pero su voz se ahogó en su garganta. Todo lo que podía hacer era observar desde la distancia.

Las dos figuras estaban hablando entre sí, pero Jasmin no podía escuchar lo que decían. Sus labios se movían, pero no había sonido. Una sensación de impotencia se apoderó de ella, y su corazón comenzó a latir con fuerza. Algo no estaba bien.

Su madre estaba herida. Jasmin lo notó de inmediato. Su ropa estaba rasgada y manchada de sangre, y sus movimientos eran lentos y dolorosos. Cada gesto que hacía parecía costarle un esfuerzo enorme, como si estuviera luchando por mantenerse de pie. Perla, por otro lado, parecía impasible, observando a la madre de Jasmin con una mirada que Jasmin no podía interpretar. Había algo frío en sus ojos, algo que nunca había visto en la Perla que conocía.

—¡Mamá! —Jasmin finalmente logró gritar, pero su voz no parecía llegar a ellas. Era como si estuviera atrapada en una barrera invisible que separaba su mundo del de las dos figuras en la distancia. Sus piernas seguían inmóviles, como si el suelo la hubiera atrapado, pero su mente estaba en caos, intentando entender lo que estaba sucediendo.

Entonces, ocurrió algo que jamás había imaginado. Perla levantó su brazo, y en su mano apareció su lanza, brillante y mortal. Jasmin sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. No podía ser... no podía ser que Perla estuviera levantando su arma contra su madre.

—¡No! —gritó con todas sus fuerzas, pero sus palabras seguían sin llegar a ellas.

La madre de Jasmin estaba de pie, herida y exhausta, sin mostrar resistencia alguna. Perla dio un paso adelante, su lanza apuntada directamente hacia ella. Jasmin intentó moverse de nuevo, pero sus pies seguían firmemente plantados en el suelo. Estaba paralizada, incapaz de hacer nada más que observar la terrible escena que se desarrollaba ante sus ojos.

El tiempo parecía detenerse mientras Perla se acercaba más y más. Jasmin gritaba una y otra vez, pero todo era inútil. Sus gritos quedaban ahogados en el silencio del bosque. Entonces, con un movimiento preciso y rápido, la lanza de Perla se hundió en el pecho de su madre.

El mundo de Jasmin se rompió en ese instante. El tiempo, que antes parecía detenerse, ahora aceleró. Todo sucedió tan rápido que Jasmin no pudo procesarlo. Vio cómo la vida se desvanecía de los ojos de su madre, cómo su cuerpo caía al suelo con un sonido sordo, y cómo Perla permanecía de pie, inmóvil, con su lanza aún en la mano.

Jasmin gritó, un grito desgarrador lleno de dolor y desesperación. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, y su pecho se apretó tanto que apenas podía respirar. Su madre... su madre había muerto, y Perla, la gema en la que había confiado, había sido quien la mató.

—¡No! ¡Esto no puede ser real! —gritó Jasmin, su voz quebrándose en la desesperación. Intentó moverse, pero seguía atada al suelo. El dolor en su pecho era insoportable, como si alguien le estuviera arrancando el corazón. Quería correr hacia su madre, quería detener a Perla, pero no podía hacer nada.

Perla finalmente bajó su lanza, y sin mirar atrás, se dio la vuelta y comenzó a alejarse, dejando el cuerpo sin vida de la madre de Jasmin en el suelo. Jasmin siguió gritando, sus ojos llenos de lágrimas mientras observaba a Perla alejarse, como si lo que acababa de hacer no significara nada.

—¡Perla! —gritó entre sollozos. Pero Perla no se detuvo. No miró atrás. Simplemente desapareció entre los árboles, dejándola sola con su dolor.

La realidad de lo que acababa de ver golpeó a Jasmin con una fuerza abrumadora. Toda su vida había creído que su madre había muerto en circunstancias misteriosas, que nunca había sabido la verdad. Pero ahora... ahora lo sabía. Perla, aquella a quien siempre había admirado y respetado, había sido la responsable. Había matado a su madre.

Jasmin cayó de rodillas, sollozando incontrolablemente. No podía creerlo. No quería creerlo. Pero las imágenes seguían repitiéndose en su mente, una y otra vez. Perla, su lanza, la sangre... todo se había grabado en su memoria con una nitidez aterradora.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el paisaje comenzó a desvanecerse. El bosque desapareció, y la oscuridad volvió a envolver a Jasmin. Pero esta vez, no se sintió como un alivio. El vacío la oprimía aún más, llenando su mente de las imágenes de lo que acababa de presenciar. La verdad la había destrozado, y ahora ya no veía a Perla de la misma manera.

Todo su mundo había cambiado.

Y entonces, de repente, abrió los ojos.

Estaba de vuelta en el campo de batalla, el suelo frío bajo sus manos temblorosas. El brillo de la gema de Steven se había desvanecido, y el mundo real la golpeó con fuerza. Pero ahora, nada parecía igual. Las lágrimas seguían corriendo por su rostro mientras miraba a Perla, aún gravemente herida y en brazos de Bismuto. Jasmin sabía que no podía seguir viéndola como antes.

El dolor en su pecho no desaparecía, y mientras trataba de recomponerse, solo una palabra resonaba en su mente.

**Continuará...**

Guerra de Crystal Volúmen 2 - Steven Universe AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora