ES MIO, YA LO LAMI

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Cuando Max era niño, notaba que sus compañeros en el jardín de infantes, evitaban compartir diciendo la frase 'Es mío, ya lo lamí' y con eso todos dejaban de pedir los deliciosos alimentos que les mandaban las criadas a los pequeños niños. A Max le gusto esa frase, no le gustaba compartir, menos lo que era suyo, porqué el SIEMPRE ganaba.

Poco a poco esa manía y egoísmo aumento, el jamás compartiría nada, ni siquiera la envoltura de sus estúpidos dulces que su madre amablemente le compraba. 

En su pubertad dejo de ser tan 'egoísta', prestaba sus cosas, permitía que sus pobretones amigos jugaran en su sala especial de juegos, compartían todos el plato de pequeñas delicias culinarias que hacía su madre junto al sirviente, compartían las mismas babas cuando le tomaban al bote de agua de Max (quien lo preparaba un día antes sabiendo que entrenarían), incluso una vez compartieron a la misma chica, todos usaban el mismo coño usado de la colegiala.

Pero todos se hacían la misma pregunta...

¿POR QUÉ MAX COMENZÓ A COMPARTIR SUS COSAS?

Bueno, es dulce hombre maduro lo hizo cambiar ligeramente de opinión. El no dejaba que sus sirvientes le dijeran que hacer, pero checo no era únicamente su sirviente, era su futuro marido. Era el maldito dueño de su mente y pito.

Aún recordaba como el mexicano lo regañaba por golpear a su hermana, todo porque el no quería compartir su muñeco abandonado, así que hablo con el neerlandés de 13 años, pidiéndole que dejara esas actitudes bruscas y agresivas, que hay cosas que se pueden compartir, como ese muñeco.

Max accedió fácilmente, haría lo que fuera por su joven sirviente. 

Cuando cumplió sus 21 años de edad, comenzó a cortejar al mexicano, quien al principio se rehusaba pero con los hermosos encantos de Max, termino accediendo más pronto de lo que pensó.

Si bien Max compartía a la misma zorra con sus amados amigos (incluso cuando ella era pareja de uno de ellos), el se negaba al instante cuando insinuaban compartir a su maduro novio. Era suyo, suyo, suyo, suyo, suyo y solamente suyo. 

Solo el podía llenar satisfacer a su hombre, nadie más.

Mad Max había regresado, pero no se celaba por cosas tontas, al contrarío, todo ese egoísmo se dirigió a su pareja. Nunca fue tan absurdamente celoso y posesivo como lo era con Checo.

El no se quejaba, le gustaba sentirse como un tesoro invaluable.

Sin embargo, hubo una ocasión que los celos de Max llegaron muy lejos.

Lewis no era para nada discreto, quería al mexicano tanto como Max lo quería. Cuando su pecoso fue por el a la universidad, su maestro accidentalmente choco con el y acaparo toda su atención, dejando a Max hirviendo en celos mientras a lo lejos veía como su novio le sonreía al anciano ese.

Estaba dispuesto a dejar pasar eso, pues tarde o temprano tendría que compartir la atención del pecoso si iban a tener hijos, pero el maldito profesor era cada vez más insistente con su pecas y eso no lo iba a dejar pasar, era suyo.

Max arto de ver sus insinuaciones cada día, decidió por fin interrumpirlos, llego imponiéndose con su gran figura, intentando dar una sutil advertencia a su profesor, quien solo lo vio como si fuera solo un cachorro inofensivo. 

Al contrario de lo que tenía pensado, Lewis lo invitaba a salidas cada vez más, y eso no le gustaba a Max. 

Así que, 'accidentalmente', Max se grabo dándole una mamada a su candente dilf, quien solo estaba gimiendo pidiendo por más, que hicieran algo más que una mamada. 

¡Max estaba tan complacido por esto!

Despues de tener una intensa rutina de cardio, Max desbloqueo en teléfono de su pecoso y al llegar al chat de Lewis, solo vio como su fiel hombre rechazaba toda insinuación de ese bastardo, solo copio el numero y se lo mando a si mismo. Posteriormente le mando el video para ver solo una vez, y le puso un mensaje que decía:


"Lastima por ti. Es mío, ya lo lamí"













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