En realidad, Yuji no acude a Fushiguro. Apenas esquiva los mensajes que Fushiguro le envía con respuestas vagas; está seguro de que ya lo sabe. Por suerte, Fushiguro no lo va a buscar. Sigue el mismo patrón con Sukuna, saliendo cuando Sukuna vuelve y quedándose en una tienda cualquiera durante unas horas.
Llora a lágrima viva, por supuesto, como no lo había hecho en años. Silencioso, con el cuerpo atormentado por los sollozos y los pañuelos amontonados en su mesilla de noche. Después le duele la cabeza, pero se siente ligeramente mejor. Yuji se queda mirando por la ventana y desea que la nieve se transforme en una ventisca y cubra completamente de blanco la abertura.
Llora hasta hartarse, lo hace un poco más y luego se detiene. No puede ser que Sukuna se encuentre con un desastre.
Le duele tocarse la cara. Se la lava con cuidado, se suena la nariz y se cepilla los dientes. Se mete en la cama y cae en un profundo y suave sueño.
Cuando Yuji vuelve a la escuela, está casi normal. Sonríe a unos desprevenidos Kugisaki y Yoshino y a un preocupado Fushiguro y se sienta en el sitio que le han asignado, observando sin entender la clase del profesor.
Más tarde, se une al equipo de baloncesto. Su entrenador ha estado acosando a Yuji durante los últimos dos trimestres, pero Yuji siempre ha dicho que no tiene tiempo; ahora, cree que sí lo tiene. Tiene energía mental de sobra. Se lo cuenta a Yoshino y le dice que puede seguir yendo a las reuniones habituales del cineclub sin problemas, sólo que estará un poco ocupado. Ante eso, Yoshino asiente en silencio y le responde buena suerte, espero que te vaya bien.
El entrenamiento de baloncesto no es difícil para Yuji. Salta, se desvía y pasa durante horas, hasta que sólo quedan él y los miembros de su equipo, seres vivos jadeantes y brillantes en la cancha de un gimnasio. Se marcha, con el cuerpo satisfecho y la mente fresca. Su entrenador le da una palmada en la espalda y le dice que ha hecho un gran partido. Cuando sale, el cielo ya está oscuro. Las cosas van bien.
Las cosas van bien, y Yuji ya no siente demasiado de nada. Está bien con eso; yendo a las reuniones de su club, poniéndose al día a duras penas con los deberes y aprobando los exámenes, riendo a lo largo de las conversaciones con sus amigos entre descanso y descanso. Todo es ligero, fácil, si él se lo toma así; y así lo hace.
Después de la primera semana, Fushiguro parece finalmente convencido por las repetidas garantías de Yuji de que se separaron en buenos términos y de que él está bien, estoy realmente bien, no te preocupes.
Yuji está bien. Sukuna le frunce el ceño mucho más de lo habitual y le trae el doble de comida de la que está acostumbrado, que apila en su habitación y finge comer. Aun así, no presiona.
Al final, es Kugisaki quien estalla.
"¿Dónde está Gojo?", exige un día, golpeando con los codos el escritorio opuesto al de Yuji.
Yuji sigue jugando al juego de mesa. "Oh, hemos roto".
"¿Qué?".
"Hemos roto, he dicho".
"No, te he oído la primera vez". Kugisaki aparta de un golpe la pieza de juego que está intentando colocar en una casilla. "¿Qué?"
Con calma, Yuji levanta la vista. "No funcionó. Eso es todo".
Arrebatando la pieza de juego, Kugisaki se aleja, hacia el otro lado de la sala del club. La deja en el alféizar con un chasquido. "No... ¿qué quieres decir con que no funcionó? ¿No iba todo muy bien antes de las vacaciones? ¿Y ahora están separados? No lo entiendo. Nunca se pelean, ni nada parecido".
"Simplemente no funcionó", dice de nuevo.
"Tienes que explicarme qué quieres decir con eso".
"Yo lo amaba, y él no me correspondía. Así que rompimos". Yuji lo dice con naturalidad.
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He Tocado El Cielo, Dos Veces - Goyuu
FanfictionPor fin levanta los ojos y a Yuji se le corta la respiración. Son azules como nunca antes los había visto, en algún lugar entre los océanos y el hielo de la Antártida, pero también por encima de él. Son, utilizando un lenguaje romántico, cautivadore...