Parte Única

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Daeron veía desde su lugar como el príncipe Joffrey Velaryon caminaba junto al Lord de Puerto Blanco, la pequeña omega a la que había sido comprometido en aras de retomar la promesa de unir al Norte con la corona había muerto trágicamente durante uno de sus paseos con la pequeña corte de omegas que habían acudido a su casamiento.

La pobre chiquilla había caído de su caballo rompiéndose el cuello mientras intentaba mostrarle a su pequeño séquito las manadas de renos y alces que el Norte tenía.

Joffrey, como buen príncipe de la corona y Alpha educado, se había ofrecido a liderar la comitiva que llevaba el féretro de la doncella que hubiese sido su esposa, incluso se encontraba entre los hombres que cargo el féretro de la chica durante la procesión desde el Septo hasta el mausoleo familiar de los Manderly, Daeron como buen príncipe también se había ofrecido a cargar algunas de las flores que acompañarían a la chiquilla en su último lugar de descanso.

Después de eso, regresaron a la fortaleza de los Manderly, hubo un pequeño servicio ofrecido por la familia, algo sencillo pero que cumplía con el protocolo para atender a la familia real. Daeron incluso había sido invitado a una pequeña ceremonia en el Septo familiar que darían para rezar por el alma de aquella chica.

Tuvo el descaro de asistir e incluso orar por el alma de aquella infeliz zorra. Después de eso, se retiró a sus aposentos, aunque antes de irse a dormir decidió visitar a su joven sobrino.

Joffrey no guardaba afecto por la omega, pero definitivamente se sentía afligido de la repentina y triste muerte de la doncella, él era un Alpha bueno y decente, así que era normal sentir eso, aunque eso no calmaba ni un poco los celos de Daeron.

Llegó a los aposentos que los Manderly habían asignado al príncipe Velaryon, hizo una seña a los guardias apostados para que abrieran la puerta y lo anunciaran. Uno de ellos fue el encargado de abrir ligeramente la puerta y avisar al príncipe Joffrey de la presencia de su tío, escuchó un par de murmullos antes de que el guardia lo dejara pasar.

- El príncipe lo recibirá en un momento - anunció el guardia.

Daeron asintió con la cabeza y acomodó un poco mejor su jubón y la capa que llevaba encima. Después de lo que fueron solo unos dos minutos, la puerta se abrió dejando ver al príncipe Velaryon con ropas ligeras, tal parecía que ya se encontraba acostado.

- ¡Tío! No esperaba verte, ¿está todo bien? Lamento haberte hecho esperar, pero sinceramente ha sido un día muy cansado.

- Joffrey - hizo un movimiento con su mano para descartar la preocupación del Alpha - No te disculpes, lo entiendo totalmente, solo venía a visitarte y preguntarte como estás, ¿vine en mal momento?

Joffrey le dedicó una sonrisa cansada pero genuina.

- Tu presencia siempre es bien recibida tío, aunque no prometo ser la mejor de las compañías en este momento.

- Descuida, creo que nadie en este momento podría pedirte que fueras igual de encantador que siempre.

Joffrey ensanchó un poco más su sonrisa lo que hizo que Daeron se regocijara por dentro, lo vio hacerse a un lado de la puerta y con una seña de su brazo lo invitó a pasar. No tardó en devolverle la sonrisa y avanzar un poco para entrar a los aposentos del Alpha.

El aroma a cuero, pino y ceniza que inundaban el lugar casi hizo ronronear al Omega de Daeron, el Alpha podría estar algo triste por la muerte de su prometida, pero era algo que no alteraba mucho su aroma, aunque el cansancio en sus ojos y su cuerpo en general era notorio, éste se debía a que estuvo presente durante todo el funeral y de pie junto a la familia de la chica recibiendo toda clase de condolencias, Daeron incluso había visto como otros Lores tenían la desfachatez suficiente como para ofrecer a sus omegas como consuelo y posible consorte del heredero de Harrenhal, algunos de ellos habían tenido el descaro de hacerlo incluso con el cuerpo inerte de la chica cubierto con sus mortajas y con sus padres presentes.

Todo lo que hago, lo hago por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora