La noche estaba quieta, casi ominosa, pero Jungkook no podía dejar que el silencio lo derrotara. A pesar de la rigidez de Jimin, que aún permanecía apartado, casi inalcanzable en su corazón, Jungkook no se rindió. La batalla por su alma, por su ser, no iba a ser fácil, y aunque las paredes parecían más altas que nunca, Jungkook sentía que todavía quedaba algo de luz en el lugar más oscuro.Los días que siguieron fueron lentos, torturantes. Jimin mantenía su distancia, como si temiera que cualquier cercanía fuera una debilidad que él no podía permitirse. Cada vez que Jungkook intentaba acercarse, sus ojos se volvían más fríos, su postura más rígida. Sin embargo, había algo que Jimin no podía borrar, algo que aún permanecía en su mirada cada vez que Jungkook estaba cerca: duda.
Jungkook no se dejó vencer por esa frialdad. Sabía que Jimin lo necesitaba, aunque no lo admitiera, y comenzó a actuar de manera diferente. Ya no intentaba rogar, no trataba de persuadirlo con palabras. Jungkook comenzó a mostrarle lo que había sido su amor: silencioso, constante, inquebrantable. Se acercaba a Jimin cuando él no lo esperaba, ayudaba en los rincones más oscuros del palacio, y le ofrecía su compañía sin esperar nada a cambio. No lo presionaba, pero su presencia era un recordatorio constante de que aún quedaba algo más que el poder y la desesperación.
Poco a poco, Jimin empezó a notarlo. Al principio, le dolía estar cerca de Jungkook. Sentía la tentación de ceder, de abrazar de nuevo esa parte de él que había sido vulnerable, pero también temía lo que eso significaba. El rey que había gobernado con mano de hierro había perdido muchas batallas internas, y ahora no sabía si podía permitirse ser el hombre que alguna vez fue. El hombre que amaba a Jungkook.
Sin embargo, la resistencia de Jungkook comenzó a desgastar las barreras que Jimin había levantado. Los momentos más pequeños, como cuando Jungkook lo alcanzaba en el corredor para llevarle una taza de té o cuando se sentaban juntos en silencio, sin necesidad de palabras, comenzaron a contar.
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Una tarde, después de días de silencio tenso, Jungkook lo encontró mirando por la ventana del gran salón, como si intentara ver más allá de las murallas del palacio, más allá de su propio dolor. No dijo nada al principio, simplemente se acercó y se quedó a su lado. No esperaba que Jimin hablara, pero esperaba estar allí cuando lo necesitara. La paciencia era su única aliada.
Finalmente, Jimin rompió el silencio, su voz casi un susurro. “¿Por qué no te has ido?”
Jungkook lo miró, no con tristeza, sino con comprensión. “Porque todavía te quiero, Jimin.” Fue la respuesta más simple y sincera que podía ofrecer. No había promesas vacías ni promesas de que las cosas cambiarían de inmediato. Simplemente, quería estar ahí para él.
El silencio se extendió entre ellos, pero fue diferente a los anteriores. Ya no había frialdad. Había algo más cálido, una grieta en el muro que Jimin había levantado. Sus ojos se suavizaron por un momento, como si estuviera mirando algo que había olvidado, algo perdido y encontrado nuevamente.
“No sé si soy capaz de volver a ser el mismo.” Jimin admitió, su voz rota por un dolor que ya no podía esconder. “Este poder, esta soledad... No sé si puedo vivir sin ella, Jungkook.”
No, pensó Jungkook, no puedo dejar que creas eso.
“Tú no necesitas el poder para ser el hombre que eras.” Jungkook respondió, sus palabras más firmes que nunca. “Tú eres mucho más que un trono.”
Las palabras de Jungkook fueron como una brisa suave que, lentamente, comenzaba a mover las hojas de un árbol marchito. Jimin no dijo nada más, pero su mirada se suavizó. La verdad, esa verdad tan simple que Jungkook había estado repitiendo, comenzó a penetrar en lo profundo de su ser.

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" 𝗼𝗯𝘀𝗲𝘀𝗶𝗼́𝗻 𝗿𝗲𝗮𝗹" 𝓳𝓲𝓴𝓸𝓸𝓴
FanfictionEn un reino distante, en el corazón de Corea, existió un monarca cuyo nombre se susurraba con temor y respeto: Rey Jimin. Lejos de la imagen del líder amable y compasivo que muchos esperaban, Jimin gobernaba con mano de hierro, implacable y frío com...