Prólogo

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Noviembre 2022

Las malditas tormentas en Rusia eran de lo peor, y mi maldito culo está que se congelaba, no se cómo a mí padre se le ocurrió hacer negocios en el lugar donde hasta los mocos se te congelaban.

Y luego en plena temporada de tormentas.

Raras veces veníamos a Rusia, hacía mucho tiempo que mi padre dejó Rusia para establecerse en Miami. Yo nací en Rusia y me crié hasta las siete, y mi hermana con dos años fue cuando dejaron Rusia para correr a la ciudad con más calor en todo el año.

Después de confirmar que todo estuviera correcto cerré el maletín y caminé a dónde se encontraba Maxim.

Estreché su mano y di media vuelta.

—¡El negocio está cerrado! ¡Carguen todo y vámonos!

Tomé el maletín y salí de aquel almacén con Igor detrás de mí.

—El vuelo está confirmado, sales en dos horas.

—Gracias Igor, vámonos directo al aeropuerto.

—¡Gracias al cielo!, aquí se me congela el culo.

En eso estaba de acuerdo con él.

Nos encontramos en Rusia cerrando un trato al que mi padre no pudo asistir. Estos cabrones eran duros pero con unas cuantas palabras u ofertas no se podían negar. El fuerte de mi padre era el tráfico de armas, yo era letal con las armas y me manejaba bien en las sombras. Desde muy chico se me enseñó el uso de armas, a pesar de las negaciones de mi madre no le quedó de otra.

Una vez arriba de la camioneta rumbo al aeropuerto la llamada de Dante me tomó por sorpresa.

Ese cabron no llamaba a menos que necesitará algo importante.

—Dante.

—Kozlov.

—¿A qué debo el honor de tu llamada?

—Así me gusta muchacho, directo al grano. Necesito tu instinto de investigación y que me consigas información sobre una persona.

Me reí. Pensando en el pobre imbécil al que matará está vez.

—¿Nueva presa?

—No, es algo diferente. Su nombre es. Anya Michel. O  Bianchi

La línea se quedó en silencio un momento. Ese apellido lo conocía.

—Que ese no es..

Me cortó.

—Así es. Parece que el hijo de puta bastardo tiene una hija de la cual no sabe.

—Te mueves rápido.

—Afirmativo.

—De acuerdo dame una hora, y te la envío.

—Gracias Alexei, te debo una.

—Me debes varias hijo de puta.

Lo escuché reír y susurrar un maldito cabrón, segundos después la llamada terminó.

De camino al aeropuerto, me puse a investigar y vaya que tenía buena información, el problema más grande era que el hijo de puta de Iván Bianchi ya sabía de la existencia de esa hija. Y estaba detrás de ella, porque curiosamente su madre era la hija y heredera única de toda la fortuna por parte de la familia Michel. Pero al morir todo pasó a su hija.

Después de media hora y sacar toda la información, le envié un correo a Dante.

Información enviada.
Muévete rápido porque ya sabe de ella.

Cerré el portátil y cerré mis ojos.

Odiaba viajar a Rusia, eran muchas horas perdidas. Los malditos vuelos pesados. Y la comida asquerosamente mala.

A buena hora el maldito jet se tuvo que incendiar.

Cuando llegamos al aeropuerto de Miami la pantalla de mi celular se iluminó con un mensaje de Hugo, el guardaespaldas de mi papá. Una confirmación segura y que hizo flaquear cuando nunca nadie lo había logrado.

Asesinaron a tu padre. Vuelve a casa. Ya.

El maldito camino a casa se me hizo una eternidad.
Mis nudillos me ardía, la pared que estaba frente a mi no tuvo la mejor suerte, las rodillas las sentía un poco de molestar, pero lo ignoré.

Ese dolor no se comparaba al que sentía en el pecho que no me dejaba respirar.

Cuando llegué a casa mi madre se encontraba devastada, no había parado de llorar desde que le dieron la noticia. Mi hermana estaba de camino, mande a Igor y a otros hombres por ella.

No quería más sorpresas.

Divise a Hugo en el patio trasero con el teléfono en mano, estaba enojado, o eso era poco. Lo sabía por la forma en que manoteaba y gritaba. Y no era para menos porque se sentía culpable por haber estado con mi padre.
Colgó el teléfono y lo aventó lejos.

Me levanté del sofá y caminé en su dirección.

—¿Qué fue lo que pasó?

Su mirada reflejaba dolor, enojo, impotencia, y frustración. El estuvo a cargo de la seguridad de mi padre por años y nunca había pasado algo así , y podía comprender que eso lo tenía tan mal. Cómo a todos.

—Tu padre insistió en que alguien más lo acompañará a la reunión que tenía con Cox. Le dije y le insistí en que yo podía acompañarlo, pero se negó.

—¡Se supone que tú eres su guardaespaldas!, ¿¡Porque mierda no estabas con él!? ¿¡Por qué mierda no fuiste a esa reunión!?

Grite de impotencia. Estaba a punto de golpearlo.

—¡Estaba en casa con mi familia!—en su mirada había lágrimas sin derramar. Tantos años juntos eran justificables—¡tu padre me había dado días para pasarlo con ellos! ¡Antes de volver a Rusia!.

¿Rusia? ¿Por qué mi padre volvería a Rusia?

Antes de que pudiera preguntar Hugo me interrumpió.

—No tengo la menor idea del porqué tu padre quería volver.

No me digo nada. Últimamente había estado comportándose de una manera rara. Y hacía dos días que me había dado la sorpresa de que mi familia estaba aquí por eso no me encontraba con él cuando esto ocurrió.

Muchas preguntas rondaban en mi cabeza, pero ninguna tenía respuesta. Pero me encargaría de encontrarlas.

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R.I.P
Vladimir Kozlov.
Amado Esposo y Padre de familia.
Tu recuerdo siempre estará presente, y allá en Rusia dónde no anochece nos volveremos a encontrar.

Frente a la tumba de mi padre después de siete meses de su muerte estaba todo listo.

—Acabaré con ellos.

Alexei Kozlov Donde viven las historias. Descúbrelo ahora