☽ CAPÍTULO 1 ☆

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Levantarse de la cama era una lucha constante, como escalar una pendiente infinita. El techo seguía sumido en la penumbra. ¿Tan temprano es? Me giré hacia la mesita de noche. Las cinco y veinte de la mañana. Dejé caer la cabeza sobre la almohada, soltando un suspiro largo y pesado, pero algo llamó mi atención al girarme de lado.

Había alguien en mi cama.

Mi cuerpo se tensó de inmediato, y el aliento se me atascó en el pecho. Era una mujer. Su cabello despeinado y el maquillaje corrido dejaban claro que no estaba ahí por casualidad. ¿Quién coño es esta tía? Entonces lo recordé. Fragmentos de la noche anterior flotaron en mi mente: el bar, las copas, su mirada insistente. Una prostituta.

Me pasé la mano por la cara, intentando despejarme, y luego, sin mucho tacto, la sacudí del hombro.

—Eh, despierta.

Ella soltó un gemido y se dio la vuelta, como una cría negándose a levantarse para ir al colegio.

—No quiero... —murmuró arrastrando las palabras—. Tengo sueño.

Sentí una punzada de irritación que no pude contener.

—Levántate. Ahora. —Mi tono fue más firme, casi un gruñido.

Pero no se movió. Refunfuñó algo más y enterró la cara en la almohada.

Hasta aquí llegué. Me incorporé y, sin pensarlo dos veces, la agarré con fuerza por los brazos, levantándola de la cama.

—¡Eh, suéltame! —protestó, agitando las manos para resistirse.

No dije nada. La llevé directo hasta la puerta del departamento. Mi paciencia estaba a punto de estallar, y lo único que quería era borrar esa escena lo antes posible.

Abrí la puerta y la dejé fuera.

—Te lo advertí —murmuré antes de cerrar la puerta con un golpe seco.

Desde el otro lado, escuché su voz indignada:

—¡Hijo de puta!

Me quedé allí, apoyado en la puerta, sintiendo cómo el cansancio me aplastaba aún más. Todo esto me resultaba tan patético. Cada vez lo mismo: noches borrosas, decisiones estúpidas, amaneceres llenos de arrepentimientos.

Volví a la cama. Miré el techo de nuevo, pero esta vez la oscuridad parecía más densa, más pesada. Qué mierda de vida, pensé.

MIA☆

Eran las cinco y veinte de la mañana, y seguía estudiando para mi examen de matemáticas. Estaba en mi segundo año de carrera y todavía seguía sin saber como hacer una división de dos cifras, quizás servía para vender perritos y hamburguesas en una esquina y no para dirigir una empresa, me dije mientras comia de las almendras que tenía en la mesa, tenía una adicción a comer almendras. ¿Cómo podían estar tan buenas? Aunque según lo que había leído eran muy buenas para la concentración, pero creo que a mi no me funcionaban. En ese momento oí la puerta abrirse y me alongué a ver quien era, efectivamente, era Juliette.

-¿Dónde habías estado? Pensé que estabas en casa de Neil -dije viendo su cara agotada- ¿Que ha pasado ahora?

Ella me miró con la cara enrojecida y los ojos cristalinos -Hemos cortado... -dijo sentándose a mi lado en la mesa y comiendo almendras- Nos enfadamos de nuevo así que me fui a un bar... digamos que de putas y conocí a un ruso buenísimo, iba algo drogado pero no viene al caso y acabamos en su casa, dios lo hacía increíble, hasta que hace un rato se despertó y me echó de su casa -dijo mientras lloraba de nuevo-

-Oh... Juliette, ¿Que hemos hablado de acostarse con el primero que vemos? -dije acariciandole la cabeza-

-Que no sabemos su verdadera personalidad y que todo puede ser un enganche -dijo levantando la cabeza para mirarme como si fuera una niña pequeña-

Let the stars burnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora