No Quiero Estar Aquí

60 6 0
                                    

Perspectiva de Jisung

Estoy convencido de que las fiestas no fueron diseñadas para personas como yo. Tal vez para Félix, que ahora mismo está en el centro de la sala, riendo y bailando como si hubiera nacido para esto. Pero definitivamente no para mí. Yo debería estar en casa, con Bokshil, mi perro, viendo algún programa mediocre de televisión y evitando la interacción humana.

Pero no. Estoy aquí. En la esquina más oscura que pude encontrar, intentando parecer ocupado mirando mi teléfono mientras Félix decide que, por alguna razón, debo "socializar". Lo único que mantiene mi ánimo bajo control es la promesa de pizza que me hizo para convencerme de venir.

"¡Jisung!" Félix aparece de la nada, y no sé cómo, pero incluso sudando por el baile se las arregla para verse perfecto. Me sonríe de esa manera que hace que mi corazón dé un pequeño vuelco, y por un segundo pienso que tal vez esta noche no sea tan mala.

"Quiero presentarte a alguien," dice.

Y ahí va mi esperanza, directo a la basura.

"No quiero conocer a nadie," le respondo. Claro que no me escucha. Félix ya me está arrastrando a través de la sala antes de que pueda decir algo más.

Llegamos a un rincón donde está parado un chico con los brazos cruzados y una mirada que podría cortar acero. Tiene el cabello despeinado, va vestido completamente de negro y… ¿tiene ojos de gato? No, en serio. Sus ojos son alargados, brillan de una forma extraña y cuando me miran, siento que estoy siendo juzgado.

"Minho, este es Jisung. Jisung, Minho," dice Félix, como si acabara de presentar la solución a todos nuestros problemas. Luego desaparece, dejándome frente al chico de los ojos de gato, que claramente no quiere estar aquí tanto como yo.

La situación es incómoda, pero creo que eso es de esperarse. Minho no dice nada. Yo tampoco. Estamos parados ahí, como dos figuras de cera, mientras el mundo a nuestro alrededor se convierte en un borrón ruidoso y molesto.

"Entonces… ¿te gustan las fiestas?" suelto, porque alguien tiene que romper el hielo, aunque me arrepiento de inmediato.

"No." Su respuesta es seca, como esperaba.

Perfecto. Esto no puede ir peor.

El silencio se hace más pesado. Estoy considerando fingir una emergencia para salir corriendo cuando él me sorprende con una pregunta inesperada:
"¿Tienes mascotas?"

Lo miro, algo desconcertado. "Sí, un perro. Se llama Bokshil."

Por primera vez desde que lo vi, Minho parece interesado. Sus ojos se iluminan ligeramente, como si acabara de decir algo importante.

"Yo tengo tres gatos," dice, con un tono que casi parece orgulloso.

Tres gatos. Claro que tiene tres gatos. Tiene ojos de gato, por el amor de Dios. Ahora que lo pienso, su vibra entera es como la de un gato grande que tolera tu presencia porque no tiene otra opción.

"¿En serio? ¿Cómo se llaman?"

"Soonie, Dongie y Dori."

Me río un poco, no porque sus nombres sean graciosos, sino porque no esperaba que alguien con esa actitud tan intimidante tuviera una debilidad tan obvia por los gatos. Minho me mira como si estuviera considerando si ofenderse o no.

"¿Qué es tan gracioso?" pregunta, levantando una ceja.

"Nada. Solo… no lo habría imaginado."

Se queda en silencio por un momento, pero su expresión se suaviza, solo un poco. Tal vez los gatos son un tema milagroso, porque por primera vez en toda la noche, siento que esta conversación no está destinada a morir en un mar de incomodidad.

Un mundo para los dos (Minsung) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora