Hay muchas teorías sobre el primer beso. Que si es un momento mágico, que si las mariposas, que si el mundo se detiene. Pero la verdad es que, en la práctica, los primeros besos suelen ser un caos. Podés tener nervios al punto de sentir que tu lengua se convierte en un mueble de Ikea mal ensamblado. Capaz te confundís y terminás chocando narices, o, peor, dientes. Y ni hablar de las posibilidades de que, por una distracción tonta, termines escupiéndole un poco a la otra persona.Entonces, claro, uno no puede evitar preguntarse: ¿Cómo hacen los putos para siempre verse tan bien en estas situaciones?(ah) Porque sí, hay que decirlo, parece que tienen un talento sobrenatural para hacer de cada beso una obra de arte. Pero la verdad es que, spoiler alert, no es magia ni genética: es práctica.
Porque cuando te pasás toda la adolescencia escondiendo tus sentimientos y analizando cada mínimo gesto, aprendés a tener una precisión quirúrgica para no hacer el ridículo. Además de que si sos de esos, te besaste con más de la mitad de tus amigas y agarraste ya tres venerias.
Todo controlado.
O bueno, eso es lo que habría jurado Rodrigo, con 21 años.Pero últimamente, la teoría se le estaba derrumbando como un castillo de naipes.
Porque a ver, Iván era supuestamente hetero.
SUPUESTAMENTE.
El chico que hace menos de un año hablaba de las mujeres como si estuvieran a punto de bajarle un contrato vitalicio de exclusividad, ahora se la pasaba buscándolo con los ojos, como si Rodrigo tuviera pegado un cartel de “reclamos y devoluciones emocionales”. Y no era solo eso. Había algo en la forma en que Iván lo miraba cuando pensaba que nadie más estaba prestando atención, algo que hacía que el aire se sintiera denso, como si el mundo entero los estuviera empujando a cerrar la distancia entre ellos.
Y eso, claro, era lo raro. Porque con Iván nada era normal. Ni su risa, ni la manera en que insistía en hacer comentarios pasivo-agresivos sobre cualquier chico que se le acercara a Rodrigo, ni tampoco cómo a veces, sin aviso, lo tocaba de formas tan naturales que parecían accidentales. Pero no lo eran. Rodrigo sabía que no lo eran.
No, ¿verdad?
Rodrigo se movió un poco en su asiento, incómodo con el peso de su propia cabeza y de todo lo que estaba pasando en ella.
Iván seguía ahí, al frente, jugando con el borde del vaso. Y claro, la charla había ido de mil cosas —que si los videojuegos, que si el equipo favorito de Iván era un desastre, que si el café de ese lugar era un robo a mano armada (agua con azúcar)—, pero la cosa es que eran solo ruidos de fondo en comparación con el verdadero problema.
No se animaba a mirar a Iván directamente, porque si lo hacía, sabía que algo en su cara lo iba a delatar.
Que bautista, la puta madre que-
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One Shots- Rdrvn
FanfictionSon shots, puede que en el mismo universo todos, o no. No sé, yo soy muy random, y a veces hago cosas larguísimas (pero literal, no creo que encuentres un sólo shot corto). •No soy buena escribiendo, pero me divierto. •Tengo buena ortografía, rela...