Su vida fue larga y feliz.
Alcanzó su sueño de ser una bibliotecaria y amasó otros que también cumplió.
Aprendió a apreciar a sus seres queridos y logró devolverle a su madre toda su amabilidad y esfuerzo.
Entregó su corazón a un hombre maravilloso con el que concibió dos hijos.
Atesoró cada momento vivido con su familia y su mejor amigo de la infancia, además de ver a la siguiente generación crecer, aprender y madurar. Su hija menor terminó casándose con uno de los hijos de su mejor amigo. Su propio hijo se ganó el asiento del CEO en la empresa de los padres de su esposo con esfuerzo y dedicación, casándose después con una chica de otra prefectura.
Conoció a sus nietos. Tres pequeños maravillosos que amaban las letras y las ciencias tanto como ella y su marido.
Viajó por el mundo junto a su amado visitando las bibliotecas más impresionantes, escuchando los mejores conciertos de música clásica, folclórica y moderna. Visitó diferentes museos sobre la fabricación del papel, la imprenta y los avances tecnológicos... y con ello pudo poner al fin imagen, aroma y textura a mucho de lo que leyó en sus amados libros.
Por supuesto, no solo tuvo felicidad.
Su madre y la madre de su amigo murieron en algún punto del camino, demasiado cerca una de la otra, tal vez debido a la encarecida amistad que compartieron desde poco antes que ella y Shuu nacieran.
Estuvo junto a su amiga Akane cuando Shuu murió por un infarto.
Acompañó a su esposo en el luto por la muerte de su madre y luego por el luto de su padre.
Despidió a su mejor amiga y ayudó a los hijos de ésta cuando alcanzó a Shuu durante una mañana de primavera.
Permaneció ahí, junto a una cama de hospital por espacio de un mes cuando su amado Tetsuo cayó enfermo, tan debilitado por una neumonía que no podía ponerse en pie.
Al final, su muerte fue tan estrepitosa e inesperada como lo habría sido aquel lejano día en que un temblor provocó que le cayeran encima tantos libros que casi quedó sepultada bajo ellos.
Era el aniversario luctuoso de Tetsuo. Ella había pasado la mañana entera frente a su tumba, comiendo las galletas de té preferidas del hombre y bebiendo un poco de café mientras le narraba las últimas aventuras de su desvergonzada nieta, los éxitos del hermano gemelo de ella y lo serio y centrado que parecía el más joven, el hijo de su hijo.
Cuando salió de ahí abordó un taxi que la llevara a casa. Estaba por llegar cuando sucedió. Un auto demasiado maltratado se estampó contra su taxi, volcándolo y rompiéndole a ella el cuello.
No tuvo dolor, solo miedo. Su vida entera pasó frente a sus ojos y un único deseo se elevó en medio de aquel accidente que parecía suceder en cámara lenta, tan despacio, que notó a la perfección la pistola en manos del otro conductor o el sudor en la frente de aquel hombre desgreñado con mirada salvaje que los embistió.
Siendo sincera, su deseo de adolescente y joven adulta habría sido renacer donde pudiera seguir leyendo. Ahora en cambio, su deseo, ese que formuló en el último segundo de su vida, ese que se elevó a los dioses con su último aliento fue otro.
'Por favor, mis dioses. Permítanme encontrar de nuevo a Tetsuo. Permítanme pasar toda una vida a su lado y enamorarme de nuevo.'
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La Revolución de Mestionora
FanfictionUrano era una bibliotecaria retirada que adoraba a sus nietos y su familia. Tras un trágico accidente, despierta cómo Myne, una niña de 5 años demasiado enferma en una familia demasiado pobre para poder tratarla. ¿Qué pasará ahora con ella en este n...