4. El Solsticio de Invierno

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El Solsticio de Invierno

El mejor-peor no un viernes: 28 de octubre de 2007

Resulta que Theo también era un poco cobarde. Probablemente algo idiota. Pero a diferencia de Blaise, cuando Theo lo dejó plantado en el salón después de haberle desnudado su puta alma, Theo acabó volviendo. Solo esperó varias horas, el tiempo suficiente para sentirse seguro de que Blaise ya no estaría allí.

No estaba.

Y así comenzó un mes de evasión, incertidumbre y ansiedad general de la que Theo habría preferido prescindir. Se volvió loco: subiéndose por las paredes, saltándolas, derribándolas. Noche tras noche, se preguntaba lo irremediablemente estúpida que había sido su confesión, jugueteando con los trasladores e intentando averiguar adónde podía ir, si es que iba.

Draco y Hermione habían caído en lo que cada uno insistía que definitivamente no era una pelea y habían dejado de aparecer los viernes por la noche. Aunque a Theo le parecía bien, ya que hacía poco había descubierto que no tenía valor para entretenerse. No estaba seguro de tenerlo para enfrentarse a Blaise y a lo que pronto, todavía no o nunca surgiera de la conversación que no podrían evitar para siempre, por mucho que Theo deseara que así fuera. Uno no admite toda una vida de añoranzas reprimidas solo para volver a conversaciones casuales sobre vino y Quidditch.

La parte más frustrante de intentar armarse de valor para enfrentarse a las consecuencias de su impulsividad era la incapacidad de Theo para olvidar la casi súplica de Blaise de conseguir un gato. Theo no podía decidir si lo que había parecido casi angustia asomando por debajo de las grietas de la máscara de Blaise había sido solo el resultado de su conversación, o si había una verdadera y genuina necesidad en la petición.

Cuanto más pensaba en ello, obsesionado, en realidad, más no podía quitarse de la cabeza la sensación de que el gato, por ridículo y obvio que fuera su intento de distracción, había sido también una verdadera súplica. Una mañana cercana a fin de mes, que por desgracia no era viernes, una carta enviada por lechuza con su ejemplar del Profeta selló las sospechas de Theo.

Deberías intentar pedir prestado a Crookshanks.

Sin firma, sin remitente. Innecesario, obviamente. Desconcertante, más que eso.

Más tarde, esa sensación de inquietud se le retorció como un cuchillo en el pecho cuando Theo recibió una lechuza de Granger que quería reunirse con él. Nunca le había dado mucha importancia a la Vista de Blaise. El propio Blaise admitía que no veía mucho ni a menudo, pero aquel día las piezas se alineaban con demasiada precisión, los bordes imperfectos se unían en una costura perfecta.

Y por mucho que odiara admitirlo, había algo en todo el día que parecía profético, adivinado de una forma que a Trelawney le habría encantado y Blaise habría odiado. Así que se reunió con Granger y tuvo una conversación decididamente incómoda sobre respetar los deseos de su sanadora. Luego tomó prestado a Crookshanks en una fracción de segundo, decidió ir a por todas, dejó al gato en su mansión y dejó que Pansy lo arrastrara de compras en un esfuerzo por levantarles el ánimo después de haber decepcionado tan horriblemente a Granger poniéndose del lado de sus sanadores. Ser un amigo honrado era un trabajo difícil.

Para cuando Theo regresó a la mansión, obligado por Pansy a ponerse una camisa nueva en un tono francamente ofensivo de azul cerúleo, solo tenía sentido que el olor a humo lo saludara. Sabía que no podía seguir evitando a Blaise, y no quería hacerlo, no realmente... bueno, solo un poco. Aún tenía que averiguar cómo enfrentarse a él después de un avance y una retirada tan espectaculares.

Sight and Seeing - Dramione (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora