1-. Louis

8 1 0
                                    

El suave murmullo del pantano envolvía el templo de Mamá Odie como una canción tranquila. Las luciérnagas danzaban en el aire, proyectando destellos cálidos en las hojas que susurraban con la brisa. Dentro del refugio de la sabia anciana, una pequeña lámpara de aceite lanzaba sombras juguetonas en las paredes, iluminando los objetos mágicos que decoraban cada rincón.

Mamá Odie, con su característico andar pausado y sus ojos brillando de sabiduría, se inclinó hacia un niño que la miraba con los ojos abiertos de par en par.

—Entonces, ¿Facilier realmente tuvo un hijo? —preguntó Jimin, su vocecita llena de curiosidad. A pesar de su corta edad, su semblante reflejaba una seriedad que contrastaba con las mejillas redondeadas de la infancia.

Mamá Odie se rió entre dientes, sacudiendo levemente su bastón adornado con conchas y plumas.

—Así dicen las sombras, pequeño. Pero, como bien aprendimos con tu tía Tiana, no todos estamos destinados a ser como quienes vinieron antes de nosotros —sus palabras fueron acompañadas por un suave golpeteo del bastón en el suelo, como si marcara la importancia de su lección.

El niño frunció ligeramente el ceño, procesando lo que acababa de escuchar. Antes de que pudiera formular otra pregunta, un bullicio repentino desde afuera interrumpió la conversación.

—¡Mamá Odie! —La voz profunda y apurada de Louis retumbó desde el exterior—. ¡Estoy en un pequeño problema!

La anciana suspiró profundamente, más divertida que molesta, mientras se levantaba con una pereza exagerada. Jimin corrió detrás de ella, riéndose con la emoción infantil que llenaba cada rincón de su ser.

Afuera, el espectáculo era digno de una de las extravagantes historias de la anciana. Louis, el cocodrilo gigante, colgaba de un árbol, atrapado de forma ridícula entre dos gruesas ramas. Su expresión, mezcla de vergüenza y súplica, era suficiente para hacer que Jimin se doblara de la risa, cubriéndose la boca con ambas manos.

—¡Por las luces del pantano, Louis! ¿Cómo has acabado ahí? —exclamó Mamá Odie, moviendo sus brazos con teatralidad.

—¡Tropecé! —se quejó Louis, tratando de sacudirse sin éxito—. Estaba buscando a Minie... y bueno, ya sabes, la gravedad y yo no nos llevamos bien.

—Oh, sí, claro —respondió la anciana sarcásticamente, levantando las cejas mientras agitaba su bastón. Con un gesto firme, una ráfaga de magia ligera y chispeante liberó al cocodrilo de su incómoda posición. Louis cayó al suelo con un sonoro "¡Plof!" antes de enderezarse con torpeza, bajando la cabeza como un cachorro regañado.

—¡No sé cómo pasó, Mamá Odie! —se defendió el cocodrilo mientras intentaba liberarse sin éxito.

—Claro, claro, como si los troncos saltaran y te atraparan por arte de magia —dijo Mamá Odie, chasqueando los dedos.

—Gracias, Mamá Odie. No sé qué haríamos sin ti —dijo Louis con una sonrisa amplia, aunque su cola aún se movía nerviosa.

Jimin soltó una carcajada, cubriéndose la boca con las manos.

—¡Louis parecía un adorno! —dijo entre risas, mientras el cocodrilo intentaba mantener su dignidad.

—¡Oye, mocoso! A ver si la próxima vez tú te subes a ese árbol —replicó Louis, aunque no pudo evitar reírse también.

—Nunca cambiarás, gran bobo —Mamá Odie chasqueó la lengua mientras regresaba al templo, dejando a Louis y al niño intercambiando miradas traviesas.

—¿Y tú, pequeño? ¿Qué planeas hacer? —preguntó el cocodrilo mientras caminaban juntos hacia el pueblo. Jimin, con su característica energía, empezó a contarle con entusiasmo sobre lo que había aprendido en su charla con la anciana.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Vudú del Bayou - KVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora