C A P Í T U L O - 04

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Extrañó aquella sensación cuando su cuerpo abrazaba la almohada al final de un largo día.

Su cama era cómoda, acogedora, pero nada de eso podía borrar el recuerdo de lo que había experimentado.

Aquella noche, aquella chispa de algo que ni siquiera sabía que le faltaba, lo había dejado marcado.

Oh, vaya...

Sintió tanto, más de lo que había sentido en años.

La euforia de la droga le abrió las puertas a un mundo que nunca antes había percibido, un mundo donde todo parecía brillar con una intensidad que lo hacía sentir más vivo que nunca.

Vivir... Vivo.

Era una contradicción, lo sabía.

Vivir, en ese sentido, no eran los estándares que su padre le había impuesto. No era una cuestión de hacer lo correcto, de seguir las reglas, de complacer a los demás.

Era algo más, aunque sea controversial, y hasta inmoral. Pero en ese momento, con el sabor de la cocaína aún en su cuerpo, se dió cuenta de que esa era la primera vez en mucho tiempo que realmente sentía que estaba vivo.

Lo que había encontrado en los ojos de Max fue algo mucho más profundo que una simple distracción o un escape momentáneo. Fue la llave que desbloqueó algo dentro de él, un sentimiento que había estado atrapado bajo una fachada.

Porque antes de probar la cocaína, antes de ese encuentro, Bradley no estaba vivo.

Estaba apagado. Apagado por las expectativas de su padre, por la rutina que lo devoraba, por un futuro que no le pertenecía. Estaba vacío, arrastrándose a través de los días sin propósito, sin emoción. Pero ahora... ahora sentía que algo había despertado dentro de él.

No sabía qué hacer con todo eso, ni hacia dónde lo llevaría...

Pero en ese instante, con su mente nublada por el "después" del éxtasis, se dió cuenta de que por primera vez en años, sentía una chispa de algo más: de vida. De algo que le era propio, algo que no había sido dictado por nadie más. Algo que, por fin, le pertenecía.

Una adicción le pertenecía.

L I B E R T A D.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora