C A P Í T U L O - 08

70 11 1
                                    

Pero pronto, lo que pareció ser la salida hacia la libertad se desvaneció, escapando como arena entre sus dedos.

Todo comenzó a desmoronarse cuando la realidad volvió a reclamarlo.

──────

El inicio del fin empezó con un llamado inesperado de su padre durante un jueves.

Una voz grave, cargada de una frialdad calculada, preguntándole sobre sus estudios. Bradley supo en ese instante que algo estaba mal. Su padre nunca llamaba solo para charlar.

La conversación fue breve, pero dejó a Bradley con un nudo en el estómago. Había preguntas insistentes sobre su rendimiento académico, sobre sus clases, y luego, la sentencia final: "Sé que estás mintiendo".

Bradley intentó seguir con su día, pero la inquietud crecía. Su padre no era del tipo que se conformaba con respuestas vagas que su hijo le ofreció.

Y efectivamente, el hombre comenzó a indagar. Contactó a profesores, revisó informes, y fue armando lentamente un rompecabezas que revelaba una verdad que Bradley había intentado ocultar.

No solo habían caído sus notas, sino que también había registros de faltas injustificadas.

Pero lo más preocupante aún, algunos de sus compañeros, quizás en un acto de envidia o simple descuido, empezaron a hablar. Los rumores crecieron como una bola de nieve: Bradley había estado ausente en clases clave, lo habían visto salir de fiestas a altas horas de la madrugada, acompañado de personas cuya reputación dejaba mucho que desear...

Acompañado de un chico en particular, Max Goof.

──────

La figura del hijo ideal, aquel molde perfecto que su padre había construido con tanto esmero, comenzaba a resquebrajarse y su padre lo sabía.

Aquello no era solo un fracaso personal, era una traición.

Y ahora, su padre estaba listo para actuar, dispuesto a hacer lo que fuera necesario para recuperar el control sobre su hijo.

──────

Esa noche, Bradley estaba con Max, inmerso en un universo donde todo parecía posible.

Sus labios se encontraron una vez más, y con cada beso, Bradley sentía cómo las paredes del mundo real se desmoronaban.

El polvo blanco que habían compartido momentos antes aún corría por sus venas, intensificando cada emoción, cada caricia, cada susurro.

Sus cuerpos estaban livianos, casi flotando, y sus mentes viajaban lejos de las preocupaciones terrenales.

Tal vez podrían volar.

Era una libertad diferente, más intensa, casi eufórica. En los brazos de Max, se sentía vivo de una manera que nunca antes había experimentado.

Todo podría ser posible.

Era un sueño del que no quería despertar.

Cuando se separó de aquel beso, un gemido se escapó de sus labios, un sonido involuntario. Max lo miró fijamente, sus pupilas dilatadas por la sustancia que compartían, pero también por algo más.

Su mano se deslizó por la mejilla de Bradley.

-:Bradley, yo... -

Max murmuró, su voz suave y cargada de emociones. Parecía que estaba a punto de decir algo importante, algo que Bradley había estado esperando, aunque tal vez no se atreviera a admitirlo. ¿Era esta la confesión que tanto había anhelado?

Pero antes de que Max pudiera continuar, la puerta del apartamento se abrió de golpe. El estruendo fue ensordecedor, Bradley giró la cabeza bruscamente, su corazón deteniéndose por un segundo...

Allí, de pie en el umbral, estaba su padre.

Su rostro estaba marcado de furia contenida y decepción absoluta. Sus ojos se movieron rápidamente por la habitación, evaluando la escena frente a él: su hijo, con los labios aún hinchados de los besos de Max, sus pupilas dilatadas por las drogas; Max, con una expresión entre confusión y desorientación, todavía con la mano en la mejilla de Bradley.

Fue atrapado con las manos en la masa.

El aire en la habitación se volvió denso, el silencio era ensordecedor, roto solo por la respiración agitada de Bradley y el latido acelerado de su corazón.

Su padre no necesitaba palabras para expresar su juicio; su mirada lo decía todo.

Para él, esto no era solo un desliz, era una traición, era lo que nunca deseó para su hijo.

- Bradley. - Dijo su padre finalmente, su voz baja pero llena de una ira indescriptible que hizo que el cuerpo de Bradley se tensara. - Ven conmigo. Ahora. -

Bradley sintió que todo su cuerpo se congelaba.

Su mente, aún bajo los efectos de las sustancias, luchaba por procesar lo que estaba sucediendo. Miró a Max, buscando apoyo, una salida, pero Max simplemente le devolvió la mirada con una mezcla de preocupación y resignación.

- Padre... Puedo explicarlo... -

- ¡Ven aquí, ahora! -

L I B E R T A D.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora