Mis ojos se abrieron lentamente, y una calidez extraña envolvió mi mente. Frente a mí estaba mi hermano, Yuichiro, con lágrimas deslizándose por sus mejillas. Su figura, tan familiar, tan añorada, me llenaba de nostalgia y felicidad, pero su expresión era de todo menos alegría.—¡Yuichiro! —pronuncié con dificultad, sintiendo cómo mi voz se quebraba. Verlo ahí, tan cerca, era como un sueño que no quería soltar.
Sin embargo, él me miró con una mezcla de tristeza y desesperación, sujetándome por los hombros con una fuerza temblorosa.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, con la voz rota por el llanto—. Debes volver, Muichiro. Aún tienes 14 años, aún tienes una vida por delante.
—¿No estás feliz de verme? —pregunté, intentando entender su reacción. Su rostro, marcado por las lágrimas, me confundía—. He luchado tanto todos estos años...
—Lo sé, Muichiro. Pero este no es tu lugar. Aún no es tu tiempo. Esta no es la manera en la que debías morir.
Su voz se quebró al final, y por un momento pensé que iba a romperse completamente. Intenté calmarlo, pero sus palabras me golpearon con fuerza.—¡No puedo volver! —grité, desesperado—. Quiero quedarme contigo, Yuichiro. No quiero separarme de ti otra vez.
Su expresión se suavizó, aunque el dolor no desapareció. Una leve sonrisa apareció en sus labios mientras acariciaba mis mejillas con la ternura de un recuerdo que ambos compartíamos.—Precisamente por eso, Muichiro, quiero que encuentres la felicidad. Quiero que vuelvas, que vivas tu vida, por favor..
Mi cuerpo empezó a desvanecerse en sus brazos, como si una fuerza invisible tirara de mí, alejándome de él.—No lo entiendo —murmuré, sintiendo cómo las lágrimas brotaban de mis ojos—. Yo morí... la Luna me destrozó. Es imposible...
—Muichiro, no quiero volver a verte aquí antes de tiempo. Te amo, hermanito.
Sus últimas palabras resonaron en mi mente mientras todo se sumía en una oscuridad eterna. Y en un instante, dejé de sentir.Cuando desperté, mi cuerpo pesaba como si estuviera encadenado. Todo a mi alrededor era confuso y desconocido. Me costaba abrir los ojos, y cuando finalmente lo logré, dos pensamientos cruzaron mi mente.
La primera: no estaba muerto.
La segunda: estaba en una mansión, acostado en una camilla, y tenía una sed insoportable.
Intenté moverme, pero apenas podía soportar el peso de mi propio cuerpo. Cerré los ojos de nuevo, dejando escapar un quejido de frustración. Giré mi cabeza y noté que no estaba solo. Una niña pequeña, de cabello corto, sostenía una bandeja con un cuenco de agua y unos trapos. Sus ojos estaban desorbitados, como si no pudiera creer lo que estaba viendo.
De pronto, soltó la bandeja, haciendo un gran estruendo, y salió corriendo por la puerta mientras gritaba algo que no pude escuchar claramente.
Qué molestia...
El dolor seguía presente en cada fibra de mi ser, pero algo más llamó mi atención. Mi cuerpo... estaba completo. No había cicatrices, ni vendajes, ni rastro alguno de que alguna vez me hubieran cortado en pedazos.
Levanté mi mano con esfuerzo y la observé, desconcertado. Todo parecía intacto, como si nada hubiera sucedido. Pero lo recordaba claramente: la Luna había destrozado mi cuerpo en la última batalla.
¿Entonces, cómo estaba vivo?
Tres pequeñas niñas entraron corriendo en la habitación, trayendo consigo artefactos desconocidos. Tras ellas, alguien familiar apareció: Kanao. Mi corazón dio un vuelco al reconocerla. Sin embargo, algo estaba mal. Sus ojos, opacos y sin vida, me dejaron helado.
—Tokito-san —dijo con una sonrisa cálida—, me alegra tanto que hayas despertado. Llevabas meses en recuperación.
Intenté responder, pero mi garganta ardía. Una de las niñas me ofreció un vaso de agua tibia, que bebí rápidamente, sintiendo cómo el líquido aliviaba el escozor. Tosí un poco antes de hablar con dificultad.—¿Cómo es que estoy vivo? ¿Dónde están los demás?
Kanao desvió la mirada, incómoda. Solo entonces noté la serpiente que descansaba enroscada en su cuello, y un escalofrío recorrió mi espalda.
—No es hora de que te preocupes por eso. Lo sabrás a su debido tiempo. Ahora necesitamos hacerte unos exámenes para asegurarnos de que todo esté bien contigo.
Se acercó para inspeccionarme, y su voz se suavizó un poco más.
—Sobre cómo lograste recuperarte... no fue obra nuestra. Según los testigos, la Primera Luna te había cortado por la mitad, pero los rescatistas lograron dar con tu cuerpo luego de la batalla.
Una de las niñas me ayudó a incorporarme mientras Kanao hablaba, pero la confusión seguía presente.
—No recuerdo nada después de eso, si es lo que te preguntas —murmuré.
—No estoy dudando de ti —respondió con firmeza—. Por eso vamos a hacerte unos análisis.
Pasaron dos días antes de que pudiera moverme por mi cuenta, aunque aún necesitaba un bastón para apoyarme al caminar.
El día era precioso, y decidí salir un rato a tomar aire fresco. Caminé despacio, disfrutando del viento y los sonidos del jardín, hasta que escuché voces cerca de la entrada.
Cuando me asomé, mi corazón se detuvo. Podría reconocer esa cabellera rojiza donde fuera.
Tanjiro.
Él también me vio. Sus ojos brillaron, y en un instante ya le tenía rodeándome con sus brazos en un abrazo que casi me deja sin aliento.
—Tanjiro... estás bien... —susurré, con la voz temblorosa mientras correspondía a su abrazo.
Él no pudo contener el llanto, su cara enterrada en mi hombro mientras sus lágrimas mojaban mi ropa.
Aoi, quien estaba mirando todo se acercó con los brazos cruzados y una sonrisa orgullosa.—No sabíamos si era buena idea que todos lo supieran. Queríamos que fuera una sorpresa, pero parece que Tanjiro se adelantó.
Él no dijo nada, negándose a soltarme, como si tuviera miedo de que desapareciera de nuevo.
—Me dijeron que habías muerto... —su voz, quebrada y entrecortada, me rompió el corazón.
Miré a Aoi, pidiéndole con la mirada que nos dejara solos. Ella asintió y salió de la habitación.
—No te mintieron, Tanjiro —le dije, acariciando su brazo con cuidado—.
Tampoco sé qué pasó o cómo llegué aquí, pero me alegro demasiado de que estes aquí, con vida.Tanjiro me miró, con lágrimas en los ojos, y no pude evitar sonreír. Por ahora, eso era suficiente.
Vi que tenia 7 vistas (de mi novio quizá)
pero obvio vine a subir otra parte porq no pierdo la fé de tener fama 🫦
ESTÁS LEYENDO
Un milagro carmesí / 𝘛𝘢𝘯𝘔𝘶𝘪
Randomla fuerza del amor que trasciende más allá del tiempo y el destino.