Capítulo 1

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Sinuhe subía enfadada las escaleras de su casa. Sofía la seguía, confundida.

Camila estaba recostada en su cama, con los audífonos puestos y escuchando canciones aleatoriamente, cuando Sinuhe entró a su habitación, hecha una furia.

Sinuhe: ¡¿Cómo es eso de que no terminaste tus labores de servicio?!

Camila se sacó un audífono.

Camila: ¡Sí las terminé! No estaría aquí de no ser así -se volvió a poner el audífono.

Sofía se dedicaba a mirar, aún más confundida. Sinuhe estaba por explotar.

Sinuhe: ¡Me acaban de llamar de la Oficina Pública Karla! Debes completar cien horas y has completado cuarenta.

Sofía: ¿Cuarenta?

Sinuhe: ¡CUARENTA!

Camila: Primero, solo mi padre me llama Karla -contestó bruscamente, dejando sus audífonos y teléfono de lado para luego pararse y encarar a su madre- segundo, sí cumplí las cien horas, estuve una semana limpiando calles ¡con un overol naranja! parecía una puta carcelera.

Sinuhe: Eso serás si no cumples sesenta horas más.

Camila: ¡JA! -bufó la castaña. Sabía perfectamente que ''barrer'' calles por una semana no iba a completar las horas requeridas de Servicio a la Comunidad, pero le importaba una mierda- no hice nada tan malo como para estar en la cárcel.

Sinuhe: ¿Y por qué crees que estás cumpliendo con horas en el Servicio?

Camila: ¿Porque no hay barrenderos suficientes? -se burló.

Sinuhe: ¡SABES PERFECTAMENTE POR QUÉ!

Sinuhe sabía que si lo decía, Sofía estaría muy desepcionada de su hermana mayor. Camila era su modelo a seguir, la amaba por sobre todas las cosas.

Camila tenía un largo historial de delitos. Robo, tráfico de drogas, sexo en público. Incluso se desnudó en la calle para luego subirse a una estatua y gritar que amaba la pizza y las vaginas.

Pero no podía permitirse ir a la cárcel. Por eso accedió a ir al Servicio a la Comunidad.

Camila: ¡Ni siquiera te atreves a decirlo!

Sinuhe: Tu hermana está aquí Camila, ella no debería escuchar este tipo de cosas.

Camila: Pues que se vaya -ella no era así normalmente, pero todo este tema del Servicio la tenía harta- no es como que me importe.

Sofía echó a llorar y corrió a su habitación. Normalmente, Camila la consolaba, pero ahora era exactamente ella la que la había hecho llorar, así que se limitó a sentarse en su cama.

Sinuhe: Camila -la llamó su mamá y luego se sentó junto a ella- ¿por qué has cambiado tanto? Antes no eras así. Preferías cocinar con tu hermana que ir a desnudarte a una fiesta. Ni siquiera te veo los fines de semana hija -dirigió su mano al cabello de Camila y lo acarició- no entiendo por qué haces todo esto.

Camila: Las personas cambian mamá, deberías saberlo.

Sinuhe: Eso lo tengo más que claro, mija. La vieja acá soy yo -se rió- lo que no entiendo es por qué tú cambiaste tan para mal.

Camila: He encontrado intereses en otras cosas, eso es todo -sabía que mentía, pero es que no tenía otra respuesta- lamento haber hecho cosas malas, pero estoy cumpliendo con el Servicio.

Sinuhe: De eso venía a hablarte mija -se levantó y fue hasta su habitación, donde tomó la carta y volvió a la habitación de su hija- toma, léelo.

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