Capitulo 1: El Último Timbre

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El eco del timbre final resonó en los pasillos, marcando el cierre de una etapa que había definido los últimos años de mi vida. Permanecí frente a mi casillero, mis manos descansando sobre el frío metal. Había limpiado todo la semana anterior, dejando solo unos papeles sueltos y una pegatina en el interior: un diminuto arcoíris que había pegado el primer día de clases. Ese símbolo, que entonces me pareció una simple muestra de apoyo a una causa en la que apenas me reconocía, ahora era un recordatorio de lo lejos que había llegado.

A mi alrededor, la escuela era un torbellino de emociones. Los gritos de alegría de mis compañeros contrastaban con los abrazos llenos de lágrimas de aquellos que no querían despedirse. Un grupo escribía mensajes en las camisetas blancas que habían llevado para la ocasión, mientras otros corrían por los pasillos sacando fotos y haciendo bromas. Pero yo no me unía al alboroto.

"¿Lista para esto?" La voz de Luna rompió el silencio, cálida y reconfortante como siempre. Estaba de pie a mi lado, con su cabello rubio recogido en una coleta desordenada, sosteniendo una bufanda roja entre las manos, como si también buscara algo a lo que aferrarse.

Dejé escapar un suspiro, girando la combinación del candado por última vez. "No lo sé... Se siente raro. Pensé que estaría más emocionada, pero es como si algo me pesara."

Luna asintió, comprensiva. "Es normal, Ludmi. Estás dejando atrás algo que fue importante, aunque no siempre bueno. Pero eso no significa que el futuro no sea emocionante."

Antes de que pudiera responder, Pri apareció con su teléfono en la mano. "¡Foto! Última oportunidad para inmortalizar esta etapa. Vamos, chicas, pongan sus mejores caras."

Sin demasiadas ganas, me coloqué entre mis amigas. Intenté sonreír, aunque sentía un nudo en la garganta. Sabía que esta imagen sería un recordatorio del final, pero también del inicio de algo nuevo.

Mientras caminábamos hacia la salida, dejé que los recuerdos me invadieran. Había llegado a esa escuela como Luciano, un chico tímido que se esforzaba por encajar sin lograrlo del todo. Mi uniforme me había parecido siempre una armadura incómoda, y los días pasaban con una sensación constante de que algo no encajaba.

Pero ahora, al mirar hacia atrás, podía reconocer los pequeños momentos que marcaron la diferencia. La primera vez que me animé a hablar sobre mis sentimientos con Pri y Luna. La noche de chicas, cuando experimenté con maquillaje y ropa que me hicieron sentir, por primera vez, auténtica. El ensayo para la obra de teatro, donde había practicado mi voz femenina y había recibido el apoyo incondicional de mis amigas.

"¿En qué piensas?" preguntó Luna, interrumpiendo mis pensamientos.

"En todo lo que pasó... En cómo llegué hasta aquí. Supongo que me cuesta creerlo."

Pri sonrió. "Es normal. Cerrar una etapa siempre es difícil. Pero, Ludmi, tienes que darte crédito. Has crecido tanto este año. Eres un ejemplo de cómo enfrentar el miedo y encontrar la fuerza para ser tú misma."

Las palabras de Pri me conmovieron más de lo que esperaba. Nos detuvimos un momento frente al portón de la escuela, y miré hacia atrás. Las aulas, los pasillos, los casilleros. Todo lo que había sido mi mundo durante años estaba a punto de quedar atrás.

Esa noche, ya en casa, me senté en mi cama rodeada de papeles y recuerdos. Había empezado a guardar algunas cosas en una caja que etiqueté como "Secundaria". Encontré una carta que había escrito meses atrás como parte de un ejercicio en el grupo de apoyo al que asistía.

"Querida Ludmila, Espero que cuando leas esto, te sientas orgullosa de todo lo que has logrado. Sé que el camino no es fácil, pero recuerda que eres fuerte, valiente y capaz de todo lo que te propongas. No dejes que el miedo te detenga. Sigue explorando, sigue creciendo, y nunca olvides quién eres."

Las palabras resonaron en mi mente. Me quedé mirando la carta, preguntándome si realmente había cumplido con las expectativas de mi yo pasado. Había crecido, sí, pero todavía sentía que me faltaba tanto por descubrir, por aprender.

Guardé la carta en mi diario y cerré la caja con un suspiro. El día había sido más emocional de lo que había anticipado, y una parte de mí temía lo que vendría después.

Los días siguientes fueron una mezcla de emociones. La fiesta de graduación estuvo llena de risas y baile, pero también de despedidas. Me encontré diciéndole adiós a personas con las que había compartido años, pero que probablemente no volvería a ver. Había algo liberador en eso, pero también un poco triste.

En un momento de la noche, mientras estaba sola en el patio, Pri se acercó con una copa de jugo en la mano. "¿Estás bien?"

"Sí, solo... procesando todo esto. Es extraño pensar que no voy a volver a ver a muchos de ellos."

Pri asintió. "Sí, pero eso no es malo. Algunas personas están destinadas a quedarse, y otras solo pasan por tu vida por un tiempo. Lo importante es lo que aprendiste de ellas."

Sonreí. "Supongo que tienes razón. Además, tengo a las mejores personas conmigo."

"Siempre, Ludmi. Siempre."

Una tarde, mientras paseaba por el parque, me detuve en un banco y abrí mi diario. Escribí sobre mis sentimientos: el miedo al futuro, pero también la emoción de lo desconocido.

"Hoy me despedí de la escuela, de un lugar que me formó, pero que también me limitó. Me voy con el corazón lleno de gratitud, pero también con ganas de más. El futuro es incierto, sí, pero por primera vez, estoy emocionada por descubrirlo."

Cerré el diario con una sonrisa. Había dejado atrás una etapa importante, pero sabía que lo mejor estaba por venir.

Esa noche, me miré al espejo. Mis ojos reflejaban una mezcla de cansancio y determinación. Me prometí algo antes de apagar la luz: enfrentaría el futuro con valentía, porque sabía que, sin importar lo que ocurriera, estaba en el camino correcto.

Porque ese último timbre no era el fin. Era, simplemente, el principio de algo mucho más grande.

El Diario De Ludmila Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora