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En una calurosa tarde de verano, los rayos del sol se filtraban a través de los ventanales de la tienda de libros y discos "La Casa de los sueños". El ambiente estaba cargado de un aroma a papel y música, y el sonido de los discos clásicos se escuchaba suavemente en el fondo.
Satoru Gojo, un joven alfa de 19 años con el cabello más blanco que la nieve y ojos brillantes, estaba buscando un libro de poesía en la sección de literatura. Su mirada se detuvo en un título que le llamó la atención: "El amor es un laberinto".
De repente, escuchó una voz detrás de él.
"¿Te gusta la poesía?"
Satoru se dio la vuelta y vio a un precioso omega pelinegro con ojos lilas y una sonrisa cálida. Su corazón latió un poco más rápido.
"Sí, me encanta", respondió Satoru.
"A mi también también", dijo el chico, acercándose a él. "Me llamo Suguru Geto".
"Yo soy Satoru", respondió, estrechando la mano de Suguru.
El chico pelinegro le había preguntado que si necesita ayuda, al parecer trabaja ahí. Mientras charlaban sobre libros, Satoru notó que Suguru tenía buen estilo, con una camiseta de David Bowie y pantalones anchos.
"Me gusta tu estilo", dijo Satoru, sonriendo.
Suguru se ruborizó ligeramente. "Gracias, la verdad no se vestirme bien".
Al cabo de un rato, Satoru sugirió: "¿Quieres ir a tomar un café conmigo? Hay un lugar cerca de aquí que tiene un ambiente genial".
Geto aceptó, le dijo que apenas terminara su turno irían. Más tarde salieron de la tienda juntos, disfrutando los últimos rayos sol de la tarde y la compañía mutua.
Mientras caminaban, Satoru se sintió atraído por la personalidad de Suguru. Le gustaba la forma en que Suguru se reía, la forma en que sus ojos brillaban cuando hablaba sobre algo que le apasionaba.
En el café, la charla continuó, y Satoru se dio cuenta de que estaba conectando con alguien de una manera que nunca había experimentado antes. Sentía como si hubiera encontrado un amigo, un confidente, un alma gemela.
Al final de la tarde, Satoru se inclinó hacia él y dijo: "Me gustaría verte de nuevo pronto".
Suguru sonrió, sintiendo su corazón latir más rápido. "Me gustaría mucho".