Capítulo 1

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"Entra en el movimiento,
vamos a perder la cabeza,
disfrutemos de esta ola,
nadie puede negar.
Todo el mundo va cantando,
todo el mundo va saltando,
bailando y sacuendiéndose sin parar"

El ambiente en la cancha era indescriptible, una mezcla de energía, pasión y caos que solo podía vivirse en un partido como este: las finales nacionales universitarias. Cada saque, cada bloqueo y cada punto eran celebrados con la intensidad de un carnaval. Los tambores improvisados de los fanáticos resonaban en las gradas, acompañados por los cánticos que se alzaban en oleadas, como si el propio Brasil estuviera rugiendo en esas paredes.

Sobre la cancha, los dos equipos lo daban todo. La Universidad Polaris contra la Universidad Solarius. Dos gigantes del voleibol universitario enfrentándose en un duelo épico que había llegado al tercer set, con el marcador peligrosamente ajustado: 13 a 12, a favor del equipo de Collins.

Y ahí estaba él.

Drake Collins, el rematador estrella de la Universidad Polaris. Su altura imponente y su fuerza descomunal lo convertían en un arma letal en el ataque. Cada vez que saltaba, parecía que el tiempo se detenía; su brazo derecho se alzaba con precisión milimétrica antes de descargar un remate que cortaba el aire como un látigo. Los bloqueadores del equipo contrario apenas lograban reaccionar a tiempo, y cuando lo hacían, la potencia de sus golpes hacía que el balón rebotara como si fuera un proyectil.

—¡Otro punto para Drake Collins! —rugió el narrador por los altavoces, mientras los fanáticos de la Universidad Polaris estallaban en gritos y aplausos.

Drake no se dejó llevar por la emoción. Caminó de regreso a su posición con el ceño fruncido, concentrado. Sabía que cada punto contaba, pero también que un solo error podía costarles el campeonato. La presión pesaba como una losa sobre sus hombros, pero no tenía tiempo para dudar.

Al otro lado de la cancha, Connor Marklen, el líbero estrella de la Universidad Solarius, estaba siendo igual de destacado.

—¡Y ahí va otra defensa impecable de Connor Marklen! —anunció el comentarista, con un tono de asombro que no podía ocultar—. Este chico es simplemente increíble. Sus reflejos, su lectura del juego... ¡es como si supiera exactamente dónde va a caer cada balón!

Connor se lanzó al suelo, su cuerpo girando con una agilidad impresionante, y logró salvar un remate que habría sido un punto seguro para el equipo contrario. El balón volvió al aire, lo suficiente para que uno de sus compañeros lo levantara hacia la red. La defensa de Solarius había sido, hasta ahora, lo único que había mantenido el marcador tan cerrado, y la mayor parte de ese mérito recaía en Marklen.

Aunque era el jugador más pequeño del equipo, nadie lo subestimaba. Sus movimientos eran precisos, casi quirúrgicos, y su habilidad para leer las jugadas lo había convertido en uno de los mejores líberos del campeonato. Hasta ahora, ningún equipo había logrado superar su defensa.

—¡Vamos, Marklen! —gritaban los fanáticos de la Universidad Solarius desde las gradas, ondeando banderas y carteles con su nombre.

El balón cruzó nuevamente la red. Los ojos de Collins se enfocaron como un halcón al acecho. Sus compañeros le colocaron una pelota perfecta. Con un salto explosivo, Drake se elevó por encima de los bloqueadores, sus músculos tensos como un resorte antes de soltar otro remate devastador.

El impacto resonó por toda la cancha de voley. El balón golpeó el suelo del lado contrario antes de que nadie pudiera reaccionar.

—¡Punto para Polaris! ¡14 a 12! —anunció el narrador, mientras los seguidores de Collins coreaban su nombre una y otra vez.

Drake respiró hondo, sus ojos buscando instintivamente a Marklen al otro lado de la red. Había algo en ese chico, en la forma en que seguía luchando, que lo hacía imposible de ignorar.

Pero Connor no estaba mirando, sus ojos estaban fijos en el balón, sus pensamientos perdidos en algo mucho más profundo que el juego.

Promesas en RuinasWhere stories live. Discover now