Capítulo 3

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Drake

El aula estaba en completo silencio, salvo por el ruido de las hojas que pasaba el profesor mientras revisaba algo en su escritorio. Ryan y yo estábamos sentados en nuestros lugares, cada uno con una carpeta en la mano y el corazón a punto de salirse del pecho.

—¿Crees que lo hicimos bien? —preguntó Ryan en un susurro, ajustándose los lentes por quinta vez en menos de un minuto.

—No lo sé. Si por alguna razón le da por odiarnos, estamos jodidos —respondí, más nervioso de lo que quería admitir.

Habíamos pasado dos días completos trabajando en ese maldito proyecto, trasnochando y tomando tanto café que a estas alturas nuestras venas probablemente eran de cafeína pura. Éramos los únicos de nuestro grupo que se habían presentado a exponer, gracias a los irresponsables de siempre. Ahora, dependíamos únicamente de nuestro desempeño para salvar la nota.

—Collins, Taylor. Es su turno.

El profesor ni siquiera levantó la mirada de sus papeles mientras pronunciaba nuestros nombres. Ryan y yo intercambiamos una rápida mirada antes de levantarnos, tomando nuestras carpetas y dirigiéndonos al frente.

El salón estaba medio vacío, pero sentía como si cien pares de ojos estuvieran sobre nosotros.

—Buena suerte —murmuró Ryan con una sonrisa nerviosa mientras conectábamos la presentación.

—Lo mismo digo —respondí, ajustando mis lentes y tomando aire antes de empezar.

La exposición fue larga, más de lo que habíamos planeado, pero logramos mantenernos firmes. Ryan complementaba mis explicaciones con datos que habíamos sacado a última hora, y yo me aseguraba de conectar todo con las preguntas clave del proyecto. Cuando terminamos, ambos soltamos un suspiro al unísono, agotados pero satisfechos.

El profesor no dijo nada más que un simple "Gracias", lo que podía ser bueno o malo. Los resultados se darían por la tarde, y hasta entonces no podíamos hacer más que esperar.

—¿Cómo crees que nos fue? —preguntó Ryan mientras salíamos del aula.

—Decente, supongo. Podría haber sido peor.

—Seguro lo odiaron —bromeó, aunque su tono era más resignado que otra cosa.

—Gracias por el ánimo, genio.

Ambos reímos mientras caminábamos hacia la losa de vóley, donde el entrenador había programado el entrenamiento del día.

Ambos reímos mientras caminábamos hacia la losa de vóley, donde el entrenador había programado el entrenamiento del día

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La losa estaba llena de movimiento cuando llegamos. Algunos chicos calentaban, otros practicaban saques, y había un grupo nuevo de jugadores esperando instrucciones del entrenador. Hoy también era día de reclutamiento, y según él, quería que todos los actuales miembros del equipo dieran lo mejor de sí.

—Vamos, Collins, Taylor. No quiero que anden de paseo por aquí —dijo el entrenador, señalándonos con su cuaderno mientras se dirigía hacia el grupo de reclutas.

Promesas en Ruinas [HIATUS]Where stories live. Discover now