Capítulo uno

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Escuché el sonido habitual de todas las mañanas, era la alarma. El sonido repetitivo resonaba en mi cabeza por lo que hice el pequeño esfuerzo de estirar mi brazo hasta que mis pequeños dedos alcanzaran el aparato, al apagar supe que tenía la oportunidad de quedarme cinco minutos más en mi preciada cama por lo que no lo desperdicié. Estaba retomando las ganas de dormir cuando de repente...

- ¡Bianaaa! - gritó mi padre. - Son las 7:35, ¡si no te apuras llegaras tarde!

- Mierda - pensé. - ¡Yaaaa! 

Me estiro hasta que mis pies tocan el final del colchón y decido levantarme. Me dirijo al closet y agarro mis jeans rasgados los cuales son de un azul claro,  polera de tiritas blanca, mi chaleco rosado claro que es un poco aguado lo cual me gusta ya que me hace sentir cómoda y por ultimo mis bototos cafés, no es la mejor ropa del mundo pero me gusta. Me dirijo al baño y veo en el espejo una chica de diecisiete años con una test blanca con un poco de pecas, una nariz puntiaguda y fina con unos ojos almendrados de un color gris no era la más guapa del instituto pero resaltaba. Me lavo la cara, me cepillo los dientes, me visto y al hacerlo noto mi clavícula que resalta y no me produce problema incluso me agrada. Intento arreglar mi pelo con mis dedos, corro a tomar mi bolso y bajo las escaleras.

- Debes saber Mack, que tu hijo ayer hizo algo horrible - dijo mi mamá. 

- Que hizo ahora... - dijo mi papá con un tono de cansancio en la voz.

- Pues ayer tu hijo le saco el perro a la vecina y destruyo su colección de losa -  posando la mirada en mi hermano.

-  Ay mamá no seas tan dura con el, es sólo un chico -  dije guiñándole el ojo a Harry.

- ¿¡Sólo un chico?! Es un delincuente, hay que internarlo. ¡Susan busca un internado ahora! - dijo mi querido padre.

- Pero Mack, ¿no será mucho? La mayoría de los niños aquí en Canadá son iguales, no le pongas tanto color... - dijo mi mami.

- Bueno papi, después siguen con su conversación, tenemos que irnos - dije para calmar la situación.

- Okey... Vamos. - dijo por fin.

Nos subimos al auto cada uno ya tenia su lugar predeterminado, mi madre se sentaba en el copiloto, mi hermano justo atrás de mi padre y yo atrás de mi madre. El viaje fue largo, igual que todos los días, me puse mis auriculares y disfrute mirando el paisaje. En uno de los semáforos una pequeña ardilla se posó al frente de mi ventana, en sus diminutas manos sostenía una nuez la cual la daba vueltas y vueltas, el auto siguió su caminó y la ardilla se quedó atrás. Comencé a pensar que la vida era como un auto en una carretera, puede hacer pequeñas paradas pero el auto siempre tiene que seguir ya que si no lo hace los que están detrás de este comenzaran a pisarte los talones, y la verdad que nadie quiere eso. Llegamos al colegio, y nos bajamos con mi hermano.

- Bueno... los quiero - dije

- Y nosotros a ti querida -  dijo mi mamá. - También a ti Harry - dándole un beso en la frente. 

- Nos vemos en la casa, adiós! - dijo Harry, mientras corría hacia sus amigos.

- Adiós - les dije mientras me alejaba. 

Sentí el sonido del motor del auto arrancar y comencé a caminar a mi taquilla. Mientras caminaba me fijaba en los pequeños grupos que estaban sentados en la entrada, estaban las porristas-zorras que no hacen nada más que andar moviendo el culo a cualquier persona y creerse superior por que solo hacen unos bailes y son regias, incluso yo podría hacerlo... bueno la verdad no, pero igual son zorras. También están los matones que lo único que hacen es hacer el papel de rudos intimidando a los más pequeños. Están los cerebritos creo que la mayoría sabe que hacen, la verdad que me caen bastante bien hacen que este instituto no sea tan idiota. Y por ultimo nos encontramos con los chicos populares, para definir los bien la mayoría son engreídos, estúpidos, patéticos y si se me olvidaba... hijitos de papi. Todas las chicas se derriten por ellos, pero la verdad que no les veo el brillo. Comencé a sacarme los audífonos cuando lo vi, era Cameron Pain. 

Without meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora