Prólogo

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16 de enero 2015

"Si lo tienes todo y sientes que te falta algo, no es algo.... es ALGUIEN". Claro que alguien me hace falta, una persona que me amo como a su propia vida, alguien que me cuido incondicionalmente, alguien que en el pasado me dio todo lo que una madre no quiso darme, alguien que compartió un poco de cariño y consuelo cuando más lo necesitaba.

A veces me pregunto porque la vida me da tantas tristezas, tantas perdidas que asimilar. Cada vez que mi mente y corazón se sienten sanos, algo desastroso aparece en mi camino partiéndome en pedazos como un vaso de vidrio, arrugándome como una hoja inservible y si alguna vez hubo una posibilidad de cambiar, ya no lo hay, porque estoy sola sin nadie que me muestre como sanar.

Mi única esperanza se ha ido dejándome sola, con una soledad que pesa como el tronco de un roble y me impide sanar.

- Sírveme otro trago - dije con algo de dificultad al cantinero- No mejor una botella entera - los recuerdos vinieron a mí.

Un sol brillante, el agua cristalina, una arena plana y húmeda, un paisaje sobrante de belleza tenia frente a mis ojos y de manera tan rápida y lenta a la vez, la playa se vaciaba al paso de las horas, el hermoso atardecer se embrollaba con la sonrisa candente de papa, que jugaba conmigo dentro del mar.

- ¡Papa! Ya no me tires agua- canturreé a mi padre con voz cansada y agitada. La tarde que compartimos en una de las playas más bonitas de Riverside, fue muy divertida.

- Está bien mi corazón vamos a casa -me cargo fuera del agua, hasta el auto, haciéndome reír por las payasadas que podía llegar a hacer, payasadas que me gustaban y me divertían...

Esa mañana de agosto me baje del avión y con algo pesadez tome un taxi hasta la casa de mi abuela en Alamos Square, observe con determinación las calles por las que pasábamos, los pocos carros que transitaban y admiraba las casas victorianas a las que nos acercábamos.

- ¡Oh! Nieta querida - me abrazo con una delicadeza - Me alegro tanto que estés aquí

- Gracias Abue- le sonreí con nostalgia...

El día era soleando, los pájaros cantaban y los niños reían. Posé mi mirada en mi querida y la vi sonreírme con orgullo, mi toga me quedaba algo grande pero no era impedimento para disfrutar de mi grado de la secundaria. Esto era el final de una era y el comienzo de otra.

- Niña mía te quiero- me abrazo con entusiasmo- Sacaste el promedio más alto de tu promoción y te ganaste la beca de excelencia

- Abue- le besé la mejilla- Lo hice por ti, porque te amo

- Estoy tan orgullosa de ti Skyly...

- Gracias Darlo - Tome la botella de tequila.

Abrí la botella con torpeza, llene mi copa, me lo lleve a la boca y pase el líquido por mi garganta sin vacilar. Tengo miedo de convertirme en una alcohólica como "Ella" pero esta es la única manera que vi para ahogar mis penas, nada me sacara de aquí. Me terminare toda la botella y abusare de la bebida hasta que olvide todo.

- ¡Mama! -grite corriendo hasta la habitación, estaba tan feliz de poder verla otra vez. - ¡Mama! -volví a gritar entrando al cuarto y allí estaba en la habitación revolviendo los cajones desesperadamente.

Ella se veía mal como si hubiera salido de un basurero. Estaba sucia, con grandes ojeras y al acercarme más a ella puede ver que su aliento olía a puro alcohol.

-¿Mama que te ha pasado? -me acerque a ella, no era de mi agrado verla en ese estado.

-Nada hija-sonrió, pero no me gustaba para nada la sonrisa lobuna que tenía en su rostro. -Solo necesito algo de dinero, ¿Sabes dónde guarda papa el dinero? -me pregunto desesperada.

-No mami no se -La mire tratando de descifrar el porqué de su desesperada actitud hacia el dinero.

-Mira Skyly -me llamo-Mama necesita dinero, dime donde guarda papa el dinero -me sacudió de una manera iracunda y me dio miedo, nunca había visto a mama con esa mirada, nunca la había visto tan agresiva y ya empezaba a salirme lágrimas de miedo....

Tome otra copa, me sentía rota por dentro y por fuera, la tristeza me estaba consumiendo poco a poco con fuerza.

- ¿Mama no has sabido nada de papa? -pregunté alistando mi moral para ir al colegio. Ella negó preocupada y eso provoco que la preocupación empezara a acrecentar dentro de mí.

En ese preciso momento escuchamos el sonido del timbre y por algunos segundos llegamos a pensar que era papa, pero no era él. Al abrir la puerta encontramos la cara de un suboficial con una actitud extremadamente rara, un soldado le paso una bandera de nuestro país con el nombre de papa escrito en él y no era necesario que dijera nada porque ya sabía lo que significaba.

Solloce, no lo podía soportar más este dolor que me embragaba. La gente me observaba con atención, me miraba con curiosidad o tal vez lastima y otros molestos.

- Yo no puedo cuidarte, nunca seré buena para ti Skyly-lloró

-No me dejes -trate de detenerla

Mis lágrimas todavía se derramaban por mi cara y no me importo nada. Agarre entre mis dos manos la botella y sin pensarlo coloque la boquilla en mi boca.

Conducía con tranquilidad por las calles de San Francisco, solo faltaban dos cuadras para llegar a Inner Sunset, donde vivo y poder descansar después de una larga hornada en la universidad estatal. Baje del vehículo y en ese instante mi teléfono sonó.

-¿Es usted familiar de la señora Adele Wilson? -pregunto la voz de un hombre

-Es mi abuela, ¿Paso algo? -interrogue con preocupación

-Necesito que venga a la oficina de medicina legal, ayer su Abuela fue encontrada muerta en su casa-. Mi mundo se derrumbó y mi corazón se rompió en pedacitos difíciles de juntar.

Los robles de mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora