1. Las cartas

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La gente en general se suele considerar completamente normal: los hombres, las mujeres, los ancianos,los gatos (?), los niños...

Aunque a veces, a estos últimos les gustaría ser diferentes.

Esto pasaba con Argenta y Angélica. Eran dos niñas españolas que acababan de hacer los once años. Ambas eran amigas íntimas, se parecían en muchas cosas: a ambas les gustaban las mismas series, los mismos libros... incluso sus nombres eran parecidos.

En lo que no se parecían era en el aspecto físico. Angélica era una chica alta, con una gran cantidad de pelo castaño claro ondulado y ojos marrones. Argenta, por el contrario, tenía el pelo liso y revuelto, de un castaño muy oscuro. Tras el flequillo brillaban unos ojos negros con un brillo de inteligencia en ellos.

Pero lo que más les gustaba eran sin duda los libros de Harry Potter. Ambas, a pesar de su poca edad, se los habían leído ya tres veces.

Aunque les parecían a las dos unos libros increíbles, que harían famoso a cualquier escritor, les extrañaba que casi nunca dieran con gente que los conociera. Siempre que hablaban de ellos en su clase, los niños respondían que o bien no los conocían, o bien que ni siquiera existían. Esto último hacía que ambas se enfadaran.

También, el sentirse así de incomprendidas era lo que las hacía querer ser diferentes. Poder ser especiales.

Poder ser magas.

Aunque ambas sabían que era imposible.

¿O no?

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Estaban las dos en casa de Argenta. Eran las ocho de la tarde y estaban solas.

Angélica llevaba viviendo con la familia de su amiga durante unas semanas, ya que sus padres estaban de viaje de negocios, aunque eso tampoco la importaba demasiado.

Ambas estaban leyendo los detalles del libro que había conseguido Angélica el otro día: ''Criaturas Mágicas de Harry Potter''

-¿Sale Winky?- preguntó Argenta recordando a la elfina doméstica del cuarto libro.

-No, parece que solo salen criaturas de las pelis y solo unas pocas de los libros.- contestó la otra, aún concentrada en el dibujo del grindylow de esa página.

-Pobre. La marginan en las pelis y ahora en el libro...

-Ya... y de echo tiene cosas con las que trabajar, con lo Crouch y eso...

De repente oyeron un fuerte ruido proveniente de la ventana. Ambas se sobresaltaron: vivían en un cuarto piso

-¿Que ha sido eso?

-No...no lo sé

Unos segundos después cuando reunieron el coraje para abrir la ventana y ver que era el causante del ruido, encontraron una pequeña lechuza grisácea con unos toques marrones, la cual llevaba en en el pico dos cartas.

Srta A.Alonso
Habitación del segundo piso
Libreros 7,  4A
Alcalá de Henares
Madrid
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Srta A.Díaz
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-¿Cartas?

-Pero... ¡Mira, tienen el sello de Hogwarts!- Dijo Argenta.

-Tiene que ser alguna broma

-Sí, es lo más probable... pero se lo han currado bien- comentó mirando la carta desde diferentes ángulos.- tiene todos los detalles.

-¿Las abrimos?

-Paso, esto es una broma bastante pesada- dijo Argenta frunciendo el entrecejo.- no me hace gracia para nada... ojalá supiera quien la ha mandado y darle una leche

-¡Un segundo! ¡¡La lechuza!! A lo mejor así sabemos quien ha sido.

Las dos chicas volvieron a asomarse a la ventana, pero la lechuza había desaparecido. Las dos niñas se quedaron mirando sus cartas.

-¿Que hacemos?

-A mi me encantaría que fuera verdad, pero ya sabemos que no puede ser... no me voy a hacer ilusiones.- dijo Argenta al tiempo que la rompía en dos.

-¿No te has pasado un poco? Imagínate que fuera verdad.

-Ángel, eso es lo que quieren que creamos. Y luego reírse mientras pedimos a nuestros padres que nos lleven a Inglaterra.

-Yo por si acaso me la guardo.

-Me apuesto 5€ a que llega septiembre y no estamos en Hogwarts.

-¡Hecho!

En el resto de la tarde terminaron otra vez el libro y se vieron las tres primeras películas otra vez. Ninguna de las dos volvió a sacar el tema de las cartas, pero en sus cabecitas no hacían mas que darle vueltas.

●●●

Ya era de noche, y estaban las dos acostadas en el cuarto. Ninguna tenía sueño y simplemente estaban contemplando el techo, soñando despiertas.

-...Argenta...

-¿Si?

-¿Quién crees que enviaría la carta?

-No tengo ni idea...

-Es que he estado pensando... en nuestra clase somos las únicas que sabemos sobre Harry Potter... y nadie más ha leído los libros o ha visto las películas...

-¿Y?

-Entonces me he dado cuenta de una cosa, solo un par de personas de nuestra clase... no, de todo el colegio... conocen nuestra dirección, pero si nadie sabe de Harry Potter... ¿Cómo han hecho para que las cartas sean así?

Argenta se quedó pensativa, con sus ojos oscuros mirando a la nada.

-Puede... que hallan mirado la dirección en Google Maps y hallan buscado Harry Potter en la Wikipedia

-No estoy tan segura...

-Yo dejaría de darle vueltas, nos va a acabar dando dolor de cabeza... y deja de dar golpecitos...

-No estoy haciendo nada.

Argenta dio tal salto que casi chocó con la estantería de libros.

-¿¡ENTONCES QUIÉN ESTÁ HACIENDO RUIDO!?

-¡Ahora mismo TÚ! ¡No grites tanto!

Se quedaron calladas un segundo, para volver a oír los golpecitos. Venían de la ventana.

-¿Que hacemos?

-Creo que no queda otra...

Argenta se acercó lentamente a la ventana. No había nada de luz fuera, pero podía ver una pequeña silueta en el alféizar de la ventana.

-¿Abro?

-Si, vamos.

La chica abrió la ventana y entró rápidamente la silueta. Angélica encendió la pequeña lámpara y con la tenue luz que daba, pudieron distinguir al fin que era. Otra lechuza, esta vez de color pardo y un poco más grande que la que habían visto ese mismo día. Traía otras dos cartas en el pico.

-No puede ser...

-¿Otra vez?

La lechuza dejó caer las cartas sobre la cama, después se dirigió hacia las niñas y las dio un picotazo cariñoso a cada una, para luego desaparecer por la ventana. Las dos se quedaron completamente mudas.

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⏰ Última actualización: Dec 08, 2015 ⏰

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