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Había ruido.
Se oían voces, todas diferentes, todas iguales. Todas voces.
Entendía la mitad de lo que decían, y la otra mitad, le eran como algo similar. Algo que Esther no termina de identificar, pero conoce. Era como si reconociera el idioma... Quizás gallego, catalán, tal vez...
Tampoco se esmeraba mucho en entender todo. Cogía gran parte...por ejemplo... los ingleses de su lado, se esmeraban en que no los entendieran.
Pobres ilusos.
Una chica del fondo, hablaba en irlandes... era basto, muy basto como lo hablaba.... pero, claro, tras haber estado estudiando un año en el país de origen de aquel idioma. Era variante del inglés... y el inglés lo manejaba. Le era el idioma más fácil.
El tranvía paró. Abrió sus puertas, y se subió una chica que miró, como cualquiera que subiera al tranvía. Siempre miraba. Era una especie de costumbre preventiva. Podía ser un toxicómano o algo así. Aquella chica la miró. En silencio mientras se acercaba a Esther.
Se sentó enfrente, y se dio la vuelta en el sillón, mirándola.
No miró nada más que sus ojos y musitó la desconocida:
- Tus ojos están muy limpios...
Esther, alzó una ceja. No lo había entendido... ¿Venía con segundas?

EstherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora