Son las 6:30 am y mi alarma comienza a sonar, no quiero despertar, por favor no quiero abrir los ojos, no quiero absolutamente nada. La silencio. La silencio nuevamente, ya sé que son 7:10 am, Cata comienza a ronronear y arañarme. Tiene hambre, lo sé, pero mi desgano es mucho mayor.
Tarde, llegaré tarde como siempre, el bus se demora en pasar y yo enciendo mi música a todo volumen, no puedo deprimirme más en este momento así que elijo canciones que sé que no me recordarán a él.
Llego a mi destino y mi cabeza no para de buscar situaciones que ya no pasarán, mi mente comienza a trabajar su lado creativo e inventa situaciones que quisiera que sucedan en este maldito preciso momento.
Hace solo 5 meses que había iniciado en ese nuevo trabajo, y sentía ya, la necesidad de largarme de aquí de una vez por todas. Ya no había chiste quedarme.
Fue extraño llegar y no encontrar aquella moto estacionada en el lugar de siempre. Es tonto, lo sé, pero era el elemento que me daba la bienvenida y el aviso de que él ya había llegado. Y ya no lo estaría, ya no me recibiría más, ya no.
La oficina se sentía desolada, triste, extraña. Tuve que ser yo quien habrá las ventana, tuve ser yo quien compre el desayuno, fui yo quien tuvo que decir buenos días al chico que ya no estaba ahí.
Las primeras horas del día fueron muy extrañas, todo me recordaba a él. Palabras, canciones, personas, situaciones, aromas. Aromas, esta palabra me hace recordar sus ojos y comienzo oler a café recién pasado, y comienzo a sentir automáticamente su aroma propio, su aliento caliente, sus manos tibias, su mirada ardiente y su sonrisa compradora. Una extraña sensación recorre mi cuello.
Conozco esa sensación. Solo el podría causarla así de rápido.
¿Cómo un
ESTÁS LEYENDO
Pequeña Saltamontes
Teen FictionSon las 6:30 am y mi alarma comienza a sonar, no quiero despertar, no quiero abrir los ojos, no quiero absolutamente nada. La silencio. La silencio nuevamente, ya sé que son 7:10 am, Catara comienza a ronronear y arañarme. Tiene hambre, lo sé, pero...