Este estúpido sentimiento.

Prólogo

¿Que había pasado?

Sus planes eran perfectos, no debería haber fallado nada. ¿Entonces porque? ¿Porque ese sol? ¿Porque ahora todo estaba descontrolado? ¿Que había fallado? Todo había sido planeado a la perfección, ¿No?

Maxie observaba todo lo que se había formado por su culpa. Ahora ese pokemon estaba sin control. Todo su equipo, no, todo Hoenn estaba en peligro. Y todo por su culpa.

-¡Señor Maxie que hacemos ahora!- Gritó uno de sus reclutas. Por primera vez en su vida, no supo que contestar.

-¡Alguien tiene que detener a Groudon!- El campeón, o mejor dicho ex campeón, de la liga pokemon, habló.

-¡Yo lo haré!- Esta vez habló May, la chica que se había entrometido en todos sus planes.

-Es imposible, el calor ahí dentro es demasiado, no lo resistirás.- Wallace fue el siguiente en hablar.

-¡Pero alguien tiene que intervenir!- Volvió a gritar.- ¡No me importa mi vida si puedo salvaros a vosotros!

-May... No puedo dejar que hagas eso.- Steven se acercó a ella acariciando su rostro levemente. Wallace no pudo hacer otra cosa que desviar la mirada.

-Hay una posibilidad.- Maxie se decidió a intervenir al fin.- Traed el traje.

-P-Pero señor...

-¡Traedlo!- Dos de los reclutas del Team magma vinieron con un extraño traje rojo.

-¿Qué piensas hacer con eso Maxie?- Dijo su mayor rival. Maxie tan solo le ignoró.

-Con esto resistirás el calor.- Maxie le entregó el traje a May.- Si lo usas no habrá peligro.- La chica lo miró dudando, pero era la única forma de salvar a todos. Agarró el traje y rápidamente entró en esa cueva.

-¡May es peligroso!

-No tienes que preocuparte, Steven. Lo hago para salvarlos a todos.- Sonrió sonrojando levemente al mayor.

-Si tienes cualquier problema, utiliza el transmisor del traje.- Fue lo único que dijo Maxie antes ver como esa chica entraba a por Groudon.

-Señor, aquí tiene el transmisor.- Uno de sus reclutas le entregó un pequeño ordenador, desde el cual se podían ver los pasos dela chica.

-Bien.- Los cinco presentes se asomaron a la pantalla, viendo los movimientos de May.

-¿C-Crees que estar bien?- Preguntó Brendan.

-Como no salga viva de aquí, pienso hacer que te pudras en la peor de las cárceles.- Era impropio del campeón usar ese lenguaje, pero, la chica de quien estaba enamorado, corría el riesgo de morir por culpa del pelirrojo.

-Ese traje es in...

-A-Ayuda...- Se oyó desde el monitor.

-¡May!

-E-El traje... A-Algo está fallando... M-Me falta el aire...- Se notaba como la chica respiraba con dificultad.

-¡Rayos!- Steven y Maxie se levantaron, corriendo hacia la entrada de la Cueva ancestral. Pero algo paró a Steven.

-¡Steven no vayas!- El peli celeste volteó, viendo como Wallace lo paraba agarrando su muñeca.

-¡Tengo que ir! ¡Ella está en peligro!- Intentó zafarse de su agarre.

-¡Si entras tú también lo estarás!- Steven dio un fuerte tirón de su muñeca, soltándose del agarre de Wallace.

-No me importa siempre que ella esté bien.- Sin decir más, siguió a Maxie, quien ya se había adelantado a él, sin darse cuenta, de lo mucho que hería a Wallace cada vez que se esforzaba tanto por esa chica.

-¡Maxie ya llegó!- Gritó Brendan en una mezcla de preocupación y felicidad, al ver como arreglaba en traje de su amiga. Al oír eso, Archie corrió hacia el monitor, no negaría que estaba preocupado por su "rival."- ¡¿May puedes oírme?!

-¿B-Brendan?- La voz de la chica volvía a ser normal.

-¡Ya está arreglado!- El chico casi saltó de la felicidad.

Wallace se acercó, mirando con preocupación si su "amigo" ya había llegado, por suerte, parecía estar bien mientras ayudaba a Maxie con los últimos arreglos.

-Salid de aquí... No soportareis mucho.- Susurró la chica, al ver como Steven ya parecía estar al borde del colapso.

-Será mejor que salgas.- Habló Maxie.- Alguien como tú no resistirá mucho más.- Aun con las ganas de hacer callar a ese megane, Maxie tenía razón.

-Como le pase algo a ella, no sobrevivirás.- Dicho esto, Steven, dio media vuelta, rogando para que May estuviera bien.

-L-Listo...- Maxie tardó más de lo que creía en arreglar el traje.- Ve antes de... Que sea... Demasiado tarde... Le costaba respirar, por no decir que apenas podía articular palabra. La chica asintió, sin notar el estado del líder del Team magma. A decir verdad, nadie lo notó, tan solo una persona detrás del monitor. Empezó a andar cada vez más adentro de la cueva. Hasta que oyó un fuerte ruido detrás de ella. Se giró, viendo a Maxie desmayado en el suelo.

-¡M-Maxie!- Dio media vuelta, pero un grito la hizo detenerse.

-¡No hay tiempo May! ¡Tienes que ir a por Groudon!- Fue la inconfundible voz de Brendan. May mordió su labio inferior, volviendo a dar media vuelta, yendo de nuevo hacia el pokemon.

-¡Ese idiota!- Archie se levantó de golpe al ver como Maxie caía al suelo. No lo pensó y se dirigió hacia la cueva.

-La temperatura en este momento es de más de ochenta grados, sin un traje no lo logras.- Explicó Tatiano, quien hasta entonces había sido siempre el compañero de Maxie.

-¡No me importa ese estúpido traje!- En ese momento, el campeón de ojos azules salió de la puerta.

-¡Steven!- Wallace corrió a socorrerle, pues parecía estar a punto de desmayarse, o algo peor.

-¿Piensas acabar así, o peor, por el líder de tu equipo rival?- Archie ignoró por completo ese comentario, no le importaba arriesgar su vida. No si era por él.

Entró tapando su boca y su nariz con su mano, evitando así respirar el aire caliente de esa cueva. Él no estaba acostumbrado a esas temperaturas, es más, odiaba tanto calor, pero no pensaba dejar al pelirrojo ahí. A medida que avanzaba, la temperatura era cada vez más extrema. Aun casi no poder aguantar ese calor, aun estar quedándose sin fuerzas, aun estar ayudando al equipo rival, aun todo eso, no se detenía, hasta que llegó al cuerpo inmóvil de Maxie.

-¡Maldito idiota! ¡Levanta!- Se agachó a recoger a Maxie, cargándolo en sus brazos. Y con sus últimas fuerzas empezó a correr devuelta.

-¿A-Archie?- Jadeó el pelirrojo sin apenas voz.- ¿P-Porque...

-¡¿Porque?! ¡Porque te lo dije! ¡Jamás te dejaré caer! ¡¿Recuerdas?!- El corazón de Maxie dio un vuelco al oír esas palabras, esas palabras que le dijo hacía mucho tiempo. No pudo más, tan solo cerró los ojos recostándose en el torso del de azul.