Abro los ojos, estoy de vuelta, en mi cuarto sentado, y continúo escribiendo este relato tan aburrido que para los representantes del taquillero cine de Hollywood debería ser un completo fracaso. Me levanto, abró la puerta y me acuesto en el sofá de la sala, mirando la luna por la ventana, de pronto comienza a levemente aparecer tras unas nubes, y es completamente fascinsnte. Su brilo me deslumbra y me levanto para abrir la ventana y observarla más de cerca. Una vez abierta, siento que puedo olerla( y no precisamente porque soy narizón) pero no sé reconocer su olor, y extiendo mi mano para agarrar un pedacito de ella y para mi sorpresa lo consigo. Mi mano se extiende hasta lugares desconcidos y tras unos segundos la alcanzo, pero siempre pensé que estaba más lejos, y la palma de mi mano resulta ser más grande, la aprieto con fuerza y cierro los ojos esperado que no explote, pero por suerte no lo hace, es una especie de arenilla, como los dulces que nos hacía mi madre a mi hermana y a mí, los famosos suspiros y supongo que si tiene relación con la luna ¿quién no ha suspirado nunca por llegar hasta ella, flotar en su atmósfera o verla desde cerca? Su aspecto me causa curiosidad y la acerco a mí, cada vez que la acerco más y más se hace más pequeña y la olfateo de cerca de nuevo, su textura rugosa se desprende como azúcar por mis manos, al apretarla y sin pensarlo, la introsuzco en mi boca y las mastico. A decir verdad sabe muy bien al contacto con mi saliva, aunque el sabor está un poquito comprimido, se derrite cual caramelo, pero al levantar la mirada me doy cuenta de que acabo de dejar al mundo sin luz, no lo puedo creer, pero me causa mucha risa y me voy al baño dejando la ventana abierta, abró la boca mientras me miro en el espejo y la luz que irradian mis entrañas es tan potente que mi vista se entorpece por varios minutos. Creí haberme quedado ciego, pero no lo hice, una vez paso el susto sigo riéndome, y corro de nuevo hacia la ventana y la gente comienza a gritar como loca. Sigo sin aguantar mi perplejidad, me río a carcajada limpia de la insignificancia de este mundo en el que vivo, tal vez me hallan visto pero... ¿ qué mas da? Estoy tan emocionad que me tiraría desde la ventana a la calle, tranquilas, grandes audiencias, vivo en un primer piso, en ese momento mi vecina sale con su interna y asustada ilumina nuestra calle y me descubre. Mis ojos brilan como nunca, la adrenalina creece por mis venas y me siento tan poderoso que nada puede pararme. Ella entra de nueva a su apartamento y comienzó a escuchar que la policía recorre las calles para salvaguardar el orden, policía que casualmemte cuando llama nunca aparece.
Yo camino hacia el supermercado más cercano y comienzo a escuchar que los gritos se hacen más evidentes ¿ como vivir sin luna? Todo está tan oscuro que los policías jamás me verían. No sé exactamente que hacer, deje mi apartamento de par en par en una ciudad tan peligrosa, seguro mi madre ya está llamandome como una loca, y no me mal interpreten, grandes audiencias, me gusta que se preocupen por mí, pero tengo ganas de sentirme fugitivo, ahora seré el legendario chico que se atrevió a comerse la luna. Pero no me preocupa ya mi apartamento pues se que esto no es real, exacto no es real, ¿ que más da entonces si me roban? Mañana despertaré en mi cama con hambre y volveré a la rutina, prefiero quedarme un rato a ver que pasa aquí. Comienzo a gritar en voz alta, lo más falta que puedo, que soy libre, me siento muy valiente y vivo, todos escuchan como me rio de la seriedad y el miedo, del sistema y las reglas y no puedo parar. Entonces una patrulla se detiene justo enfrente de mí y enciende al máximo las luces y por un instante me siento bastante asustado, pero... por Dios me tragé la luna, y abró la boca y la deslumbro por unos segundos mientras por dentro de mí, muero de la risa.
-Sí, sí, soy yo aquí me tienen, me tragé la luna - sigo sonrriendo como un estúpido- No hay cárcel que pueda retenerme, soy libre y estoy muy loco...