Vino el Infierno caído del cielo,
Vestido de casualidad,
Y torno sus ojos negros,
Pero ay, tonta de mi, loca soñadora,
Que creí en sus inventos.
El mundo se tiño de ébano negro,
Seguí el rastro que su olor a muerte dejaba,
Camine sobre un hilo tenso de seda,
Equilibrandome con sus tentadoras promesas,
Me cogí de su mano invisible,
Y cuando caí aun me preguntaba porqué.
Ahora ya en el suelo, el mundo ya con su color, el cielo arriba y perdido de vista el Infierno...Ahora ya, solo me queda su ácido recuerdo.