I.- Prólogo

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Diario, Ella murió en un día como hoy, 145 años atrás. Todavía puedo verla de forma clara en mi mente. Un recuerdo perfecto. Ella era tan tierna y pura, con un travieso brillo en sus ojos. La única luz de mi vida y de la de Damon... Hasta ese nefasto día... el día que nuestra luz se extinguió dejando nuestro mundo sumergido en completa oscuridad. Haber sido transformados por Katherine no fue nada más que una cruel formalidad luego de eso. La muerte hubiera sido una bendición que ninguno de los dos merecía. Después de todo, ella murió por nuestra culpa y esta media vida que llevábamos era nuestro castigo y sin posibilidad de redención.

Incluso ahora puedo escuchar su voz, su risa, ver en sus grandes ojos azules cada emoción que alguna vez sintió. Todavía puedo escuchar el rugido lleno de rabia que emanó de la garganta de Damon mientras acurrucaba su cuerpo roto y sin vida. Podía sentir mi propia devastación apoderarse de mi cuerpo apenas mi mente salió del shock y reconoció lo que estaba ocurriendo.

Ninguno de los dos tenía como saber que gracias al intercambio de sangre que hicimos con Katherine, esa última pelea que tuvimos como humanos nos transformaría en las criaturas que somos hoy. De haber sabido, las cosas habrían sido muy diferentes. Los dos habríamos aceptado la muerte, Damon sobre todo. La rivalidad por el amor de Katherine Pierce no es la razón real del rencor que existe hoy entre mi hermano y yo. Es solo una fachada que esconde la dolorosa verdad, la muerte de nuestra hermana...

Stefan dejó el lápiz sobre la mesa y posó su cabeza entre sus manos. Las emociones que sentía en esos momentos lo imposibilitaron de seguir con su tarea. Durante todos los años desde hace un siglo y medio que escribía lo mismo en su diario esperando, que de esta manera, su dolor y sufrimiento disminuyeran, pero esto nunca ocurría.

De su billetera sacó un retrato en miniatura que siempre llevaba consigo. Se lo había encargado a un artista para su cumpleaños número 16. La pintura retrataba a los tres hermanos justo antes de que Katherine apareciera en sus vidas, justo antes de que todo cambiara para mal. La pintura representaba sus momentos felices aunque Damon apareciera con su sarcástica sonrisa que tanto lo caracterizaba. Después de todo, era su escudo contra la decepción que su padre sentía hacia él. Contra el hecho que Stefan era el hijo favorito. ¿Quién podría culparlo? Stefan odiaba a su padre por eso, por poner esa brecha entre él y sus hermanos. Damon nunca fallaba en echárselo en cara, como si de alguna manera ese favoritismo tuviera algo de culpa en la muerte de su hermana. A decir verdad, Stefan siempre se había preguntado si eso era cierto.

El jamás había compartido las memorias de su hermana con nadie, ni siquiera con Elena. Había preferido guardárselas para si. Mantenerlas puras. Pero tal vez era tiempo de dejar eso atrás y compartirlas con alguien, ya que a lo mejor, si hacía esto, podría de tener algo de paz.

Damon Salvatore se sirvió otro trago, ya había perdido la cuenta de cuantos llevaba horas atrás. De todas maneras no importaba, no había nada que anestesiara el dolor y el remordimiento que estaba sintiendo. Tal vez si dormía hasta el día siguiente, dejando este día atrás. Sin embargo el sueño sólo traería pesadillas, cada una peor que la otra. Todas terminaban de la misma forma...con la muerte de su hermana. Aunque esas no eran las peores. A veces tenía sueños donde lograba salvarla. Estos eran aún más terribles ya que apenas despertaba se daba cuenta que no eran verdad, que ella seguía muerta.

Miró hacia el techo, girando el líquido ambarino que yacía en su vaso. Stefan debía estar encerrado en su pieza escribiendo en su adorado diario. Se preguntó, con un aire de desdén, si eso le traía algún consuelo. Si, buena suerte con eso, pensó. Él ya habría escrito libros completos si es que hubiera pensado que eso ayudaría. Después de todo, mañana él estaría en algo completamente distinto, y lo que haya ocurrido hoy hace tantos años atrás quedaría encerrado en su pequeña caja de Pandora que guardaba en lo más profundo de su mente, sólo para abrirla nuevamente el próximo año. Pero el mañana no era tan rápido.

Salvando a los Idiotas (TVD. & TO.)®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora