El Misterio de Blackstone

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Incluso en la mente de un asesino, hay más lógica que en los misteriosos sucesos referentes a los cuerpos desmembrados que tuvieron lugar a la orilla del río Blackstone. Aquellos actos de atrocidad carecían de humanidad y parecían pertenecer al campo de caza de alguna bestia y para nada humano. No existe artefacto alguno que causase aquellas heridas ni los cortes tan precisos que sólo un cirujano podría realizar con un bisturí en una sala de operaciones en algún país del primer mundo, sin embargo, todas las víctimas guardaban relación en una sola pista que delataba a su agresor tan sólo un instante antes de su horrible y trágico destino; todos ellos tenían plasmada un rostro petrificado de horror.

Fue así como los habitantes cercanos dieron fe de que no se trataba de un hombre, ni una jauría de cazadores furtivos, sino, algo que para los vivos era simplemente inimaginable y a la vez tan aterrador, que dichos acontecimientos permanecieron en silencio como una pesadilla colectiva en los tormentosos días del verano.

Tal vez se pregunten cómo algo que horrorizó de esa manera a un pueblo entero se supo en una metrópolis como ésta, y redactaré a continuación a detalle cuanto sé y aprendí sobre el caso y mi papel en dicha historia, es probable que más de un lector crea que se trata de alguna novela de ficción o una broma bien elaborada, pero seré lo más honesto posible respecto a la redacción de los hechos en contraste a lo que la policía dio a conocer públicamente.

Cuando se trabaja en un centro de investigación en criminología se tiene acceso a un sin número de casos e información exclusiva y fue así como todo comenzó. No poseo un historial laboral del cual presumir puesto que recientemente había conseguido empleo como asistente de un detective que investigaba delitos como robo de identidades o falsificación de cuentas de crédito, crímenes abundantes en la ciudad y época moderna en que vivimos hoy en día.

Había llegado a esa oficina y como primera tarea se me asignó el organizar el cuarto del archivo muerto. Entre carpetas y viejos discos una caja cayó al suelo al tratar de retirar una carpeta con aros. Dicha caja estaba cerrada con cinta canela y había permanecido demasiado tiempo acaparando polvo al fondo de uno de los antiguos y oxidados estantes. Había una inscripción en un lateral que decía "Blackstone '95".

Era mi obligación archivar cuanto encontrase en ese cuarto y abrí la caja retirando con cuidado aquella cinta que carecía ya de pegamento alguno que sujetase la tapa de la misma. Tras dar un clavado en la misteriosa caja pude leer una serie de periódicos donde se relataban historias que parecían salidas de la mente de algún escritor perturbado, actos de violencia atroces de los que se sabía poco y mucho menos se habían tomado medidas. Recuerdo aún que hace 20 años una gran cantidad de gente se conglomeraba para vacacionar en Blackstone durante el verano.

Era un nombre que estaba muy presente en mi memoria puesto que ese había sido el último destino de mi tío Rogers justo antes de desaparecer por completo. Se me dijo que durante su estancia había tenido un pleito familiar y se cortó la comunicación por completo con mi familia, aunque sólo fuésemos mi padre que en su momento tenía una gran relación con su hermano Rogers y con quien se había apoyado demasiado después de la muerte de mi madre en el '92. La serie de atrocidades en el último lugar de residencia de mi tío me hizo estimular aún más mi excitada imaginación como lo hace la mente de un adicto bajo el efecto de sustancias psicotrópicas ilegales dejándolos en un estado de alucinación provocado por distintos estímulos del exterior ante la serie de referencias que evocaban mis más melancólicos recuerdos.

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