Esa noche volví al circo, se veía bastante más tétrico que cuando aún había luz. Esperaba que conocer a los artistas sería lo mejor que me haya pasado nunca, pero la realidad es diferente.
El primer carromato que vi era totalmente negro, al parecer era del hombre brillante. Toqué a la puerta y él me abrió.
- Vaya, debes de ser la que se quedó hasta el final del espectáculo - me miró aburrido -. ¿Qué quieres saber, cómo brillo?
- Sólo sé que brillas, y que no hay ningún truco.
- El que brille es tan misterioso como el que me haga una herida y ésta sane al momento - no me esperaba que hiciese eso. Cogió una cuchilla y se la pasó por el brazo. Me asusté tanto que grité. La sangre empezó a brotar, pero de repente dejó de salir y el corte, bastante profundo, sanó. Ni una marca, nada.
- Creo que me tengo que ir - di unos pasos hacia atrás buscando la puerta.
- Diviértete - su mirada era la de un loco. ¿Qué estaba pasando? Bien, creo que la más normal era la arquera.
- Puedes pasar - me invitó antes de que me diera tiempo a pedir permiso para entrar -. Nunca habíamos tenido visita, nadie ha soportado el número final del loco de Angelo. Por la cara que haces veo que ya has visitado a alguien más.
- Pensé que el circo era un sitio lleno de color, pero la realidad es tan dura como mi vida - agaché la cabeza.
- Un circo, cuando no hay que actuar, puede ser el lugar más horroroso en el que puedes estar. ¿Por qué crees que te han invitado a conocernos? Para que veas la realidad, porque el truco es lo que crees que ves cuando estamos actuando. No hay cables ni efectos especiales, creamos un mundo mágico para evadir a las personas de la realidad. Pero luego todo eso desaparece.
Esas palabras para un niño eran muy duras, pero para mí, que hacía tiempo que había conocido la crueldad de la vida, sólo era un pequeño golpe de decepción. Sin decir nada más salí de su carromato. ¿Realmente quería conocer a los demás? Me quedaban el ángel y el demonio, este último era al que más temía.
- Buenas noches - toqué a la puerta de Ahriel.
- Ah, hola - me abrió el ángel, que parecía una persona totalmente diferente. La ropa era oscura, y las alas estaban apresadas por unas serpientes -. No te preocupes, no atacan.
- ¿Por qué...? - no me dejó acabar de hablar.
- Es tan sencillo como preguntar por qué un ángel está en la tierra. Allí arriba no es tan bonito como la gente cree. Hay más guerras en el cielo que aquí, y no entre el bien y el mal, sino entre ángeles. Yo huí y acabé con esta maldición. No he perdido las alas, pero cada noche las serpientes me impiden utilizarlas, y tampoco puedo volver al cielo. Una vez que sales ya no puedes volver a entrar, aunque tampoco pierdes nada. No he conocido nunca el infierno, pero no debe de ser peor que el cielo.
- Entonces, ¿las personas buenas en realidad no van al cielo?
- Primero, no existen las personas buenas, todas han cometido algún error y han pecado. Y segundo, cuando mueres puedes decidir a dónde ir. Edward, por ejemplo, escogió la vida eterna.
- ¿Se puede hacer eso?
- Claro que sí. Pero da igual lo que escojas, todo tiene su parte buena y su parte mala.
Pensándolo bien, estaba recibiendo bastante conocimiento sobre la vida en ese sitio. Esa gente estaba aclarando mis dudas. Bien, menos Edward, él solo me asustó.
Por último estaba el carromato del demonio, no sabía si entrar o irme, pero después de saber que el infierno no era peor que el cielo me entró curiosidad.
- Vaya, vaya, pero si es la niña sin miedo - el ente oscuro habló y se convirtió en el joven de antes delante de mí -. ¿Qué quieres saber? ¿Cómo me convierto en sombra, cómo prendo fuego a las cosas, de dónde vienen los diablillos?
- Quiero saber cómo es el infierno - me miró sorprendido.
- Vaya, esperaba algo más de interés en mi número, pero bueno - se sentó -. El infierno es simplemente uno de los sitios al que puedes decidir ir cuando mueres. No es peor que el cielo, como todo el mundo dice. Allí arriba debe de ser un caos en este momento, el ansia de poder está en todas partes. Sí, en el infierno también hay peleas, pero no montamos una maldita guerra. ¿Para qué? Preferimos disfrutar.
- ¿Por qué viniste a la superficie?
- Me aburrí de estar allí abajo, aunque puedo volver cuando quiera. Además, me gusta asustar a los humanos, y qué mejor forma de hacerlo que en un circo. Se piensan que es un truco, así que no hay peligro de que me metan en una jaula para ser expuesto ni hagan experimentos conmigo.
De todos los que conocí Angelo era el que menos cruda veía la vida, por así decirlo. Pensé que diría cosas horribles, pero se le veía bastante feliz. Al parecer el infierno es mejor sitio que el supuesto perfecto cielo.
- ¿Ya has visitado a mis estrellas? - de nuevo Kvothe apareció de la nada asustándome -. ¿Qué te han parecido?
- Me han enseñado que nada es lo que parece.
- Buen resumen - miró hacia arriba pensando en algo -. Qué te parece si te unes a nosotros.
- Yo solo soy una niña normal, un circo no es mi sitio.
- Tú eres la ladrona de libros - ¿cómo lo sabía? Era un mote que me había puesto un amigo ya que me gustaba leer pero no tenía dinero para comprar libros -. Soy mago, lo sé todo. Te propongo que viajes con nosotros y escribas una historia. Seguro que te encanta escribir. Conocerás mundo y conseguirás libros de todos los sitios a los que vayamos. ¿Qué te parece?
¿Qué tenía en ese pueblo? Unos padres que no me consideraban su hija, un amigo que ya no estaba, y ya está.
La respuesta fue obvia. Ahora viajo con ellos a todos los lugares del mundo y tengo mi propio carromato lleno de libros en varios idiomas. Escribo sobre los lugares que visito y las experiencias que vivo, pero sobre todo escribo sobre la vida de nuestras queridas estrellas.