Espero que en diez meses no se me olviden los 120 lunares que contamos en tus brazos.
Que no se me olvide cuando me despertaba de mis siestas y te reías cuando te preguntaba si había dormido mucho rato.
Ni cuando me hablabas de cosas más serias que no querías que lo supiera nadie más que yo.
O cuando lloraste con aquella carta que te metí en la mochila antes de darte el último beso.
Ni cuando te tumbaste encima de mí con la cabeza en mi pecho como un niño asustado que solo quiere escuchar un corazón latiendo.
Que no se me olvide cuando me abrazabas tan fuerte pidiéndome por favor que no me fuera nunca.
Que tampoco se me olvide el brillo que te salía en los ojos cuando hablabas de las cosas que te importaban.
Y por favor
que absolutamente nunca
se me olvide cómo
nos hemos querido tanto en tan poco.