Me quede, en jaula, aturdido, con humo espeso encerrado en mazmorra, sintiendo las colillas y cenizas pasando por mi intestino, calambres,
Las cámaras encendidas siguieron transmitiendo. Me dormí agotado.
Al día siguiente, Nini me abrió la jaula y me arrastró de la cadena al cuello. Mis manos, esposadas atrás de mi espalda, permanecían rígidas desde el día anterior. Nini, riéndose. Me dio tres o cuatro fustazos en piernas y abdominales.
-Rápido, esclavito, sofía te está esperando en el salón,- dijo Nini radiante.
Me llevó arrastrando hasta el salón. Nini ya se había convertido en mi carcelera y castigadora, junto con Odena. Entre Nini y Odena, muchas veces alternándose, me castigaban y ejecutaban instrucciones de Sofía, muchas veces con más rudeza que lo solicitado.
Yo estaba desesperado de hambre. Sofía no me daba comida. Cinco o seis días sin nada. Mi estómago se retorcía internamente de calambres. Sentí en mi cuerpo la fatiga desesperada, el hambre lacerante en mis vísceras. Mi desesperación por alimento me hacía alucinar. Comenzaba a tener microdesmayos, caer temblando por falta de energía en mis músculos. Mi peso disminuido, forzado a permanecer bajo los 45 kilos, impedía que yo pudiera remontar mi condición física. Sofía me mantenía en este estado anoréxico de hambruna permanente.
-ESTE ASPECTO HACE QUE TENGAMOS MÁS RATING, ESCLAVO, -decía Sofía riendo.
Mis piernas temblaban, apenas me sostenían. Apenas podían caminar. Me arrastraban de la cadena con fuerza, me empujaban. Nini y Odena rompían mi piel a golpes y fustazos. Mi cuerpo lacerado, esquelético, pálido, sin sol, cuando era transmitido por las cámaras, aumentaba los clines. Efectivamente, al público le gustaba ver el estado en que me tenían.
Al llegar al salón, como siempre, Sofía me dio órdenes de atender y servir a Daniela, a las obesas y a las chicas Night Club.
El castigo del día anterior, de asfixiarme en el cubo de humo denso de habanos, había sido para ellas, simplemente un juego más. Las chicas continuaban con total indiferencia, risas, y conversación interminable, comiendo y bebiendo de toda la abundancia de alimentos disponibles para ellas.
Mientras yo, con mi máscara ahora cerrada, no podía ni siquiera tomar un mínimo sorbo de agua fresca. Lamentablemente, no pude caminar mucho tiempo llevando los platos y bandejas continuas que me solicitaban. Mis fuerzas no fueron capaces y me desplomé, derramando varias copas. Sofía, con su carácter explosivo, se acercó a mí nuevamente furiosa. Se paró al lado mío y, viendo mi estado semi destruido y dándose cuenta de que su castigo de hambruna permanente, ya casi de 5 días, estaba "rindiendo frutos", le dijo a Adriana con una sonrisa:
-ADRIANA, REVISA EL ESTADO DEL ESCLAVO. VEAMOS SI YA ES SUFICIENTE PARA DARLE ALGO DE COMIDA.
Adriana, sin ningún apuro, se acercó a mí. Trajo su maletín de "enfermera" y sacó un kit de muestras para sangre. Me dio un pinchazo en un dedo y lo puso en su máquina.
-Esto es un glucómetro, voy a medir su nivel de azúcar-. dijo Adriana.
Al poner la tira con la pequeña gotita de sangre en la máquina, lo observó unos instantes, y Con expresión impertérrita, observó el resultado.
Sus ojos, normalmente vacíos, brillaron con renovada maldad.
-Sofi, su nivel de glucosa está ....por los suelos, ...Necesita rehidratación y glucosa.
- BUENO, BUENO- dijo Sofía, concediendo a regañadientes.- PERO SOLO EL MINIMO NECESARIO PARA MANTENERLO DESPIERTO.. Sofía dio orden a Odena y Adriana que procedieran a darme suero y glucosa.

ESTÁS LEYENDO
ESCLAVO SIN CONSENTIMIENTO
Non-FictionINTRODUCCIÓN ADVERTENCIA La siguiente narración NO es una historia BDSM, ya que se viola la ley 1 del verdadero BDSM que es el respeto mutuo y consentimiento de todo lo que se haga por ambas partes. Yo no soy escritor, por lo que te pido disculpas d...