La imagen de la portada la puse porque no tenía otra cosa.
Oh mierda... Ahí llega... Otra vez no... -¡LEVANTAD NENAZAS DE MIERDA!-. Esa voz fue la de una de las monitoras de este infierno en vida. Obviamente, a las otras chicas que dormían en mi albergue no le hizo nada, pero, a mi me tiró una jarra helada de agua. Odio el agua. Lo sabe.
Se fue dando un portazo que despertó a la más perezosa de la habitación. -Mhh... ¿Qué ha pasado?-.
-Que ha vuelto a rompernos los tímpanos.-. Haruka era el nombre de la chica que acaba de hablar. Es de las pocas que no se merece estar en un basurero como este. ¿Que por qué? Bueno, lo explicaré más adelante.
Sono se llamaba la "perezosa" que acabo de mencionar. Ella es la mayor de esta cabaña. La conozco desde que éramos pequeñas y nunca nos separamos.
Hasta ahora solo somos 3, pero me he enterado de que hoy llegarán los nuevos y cabe la posibilidad de que esto se llene un poco.
-¡Shi! ¿Te ocurre algo?-.
-No, estoy bien, adelantaos vosotras.-.
Haruka me miró preocupada a la vez que yo al espejo. Lo sabía. Kaito ha vuelto a colarse para cumplir su venganza, o al menos una fase de ella. Por suerte, la chica de pelo largo y gafas no se enteró de nada. Tras un profundo suspiro, me hice la cola baja de siempre. No, no soy como las otras perras que se complican la vida con su pelo.
Salí del albergue antes de que una monitora se acercara y me arrastrara de los pelos al comedor. Como todo estaba en medio del descampado, todo estaba aparte. Era tan solo un suelo de madera con un techo y una cocina detrás, sin paredes, solo una barandilla que asomaba el exterior por encima. Meh, es difícil de explicar.
Me puse en la cola para ver lo que había de desayunar, cuando sentí unos brazos por mi cintura. Y una voz entre seductora y amenazante susurrándome al oído.
-¿Te gustó mi arañazo?-.
-Vete a la mierda.-.
Los monitores no estaban mirando y eso era un gran ñordo para mi. El maldito me tenía sin escapatoria.
-Déjala en paz ahora mismo.-. Por favor, dejad paso a Sono, mi salvadora. Cuando se enfadaba daba más miedo que yo sin haber dormido una semana. El rubio se fue frunciendo el ceño mientras hacía la típica señal rara de "te estoy vigilando" con los dedos.
Odio a ese chico. Desde el año cuando me declaré me rechazó y no hizo más que verme como un trozo de carne desde ese día para provocarme. Cómo desearía verlo quemado vivo.
-¿Cómo creéis que será la nueva?-. Haruka intentó cambiar de tema antes de que empiece a levantarme e intentar estrangular al acosador de mierda. Je, soy muy predecible.
-Yo digo que es hetero.-. Oh, ¿no os lo conté? Sono es un poco "yurista" y solo nosotras 2 guardamos el secreto. Otra chica más lo sabía, pero nos amenazó con contáraselo a todos pero acabó fusilada por perra.
-Se avecinan problemas. Todos hemos hecho algo para acabar aquí menos tú y dudo que haya una excepción más.-. Señores, así soy yo en verdad. Sip, una chica negativa, bipolar, antisocial y borde consigo misma. Esto de bipolar va porque a veces me esfuerzo por ser distinta, por "encajar" con los demás. Una pequeña parte de mi pasado aún permanece viva, y espero poder recuperarla pronto.
-Nah, si se mete con nosotras tendrá lo que se merece.-. Ya saltó la Sono terrorífica, en serio qué puto mal rollo daba, joder.
Pasada una media hora, nos organizamos en una fila para recibir a los nuevos miembros o como yo los llamo, integrantes de este infierno.
-Bien, como ya sabéis han pasado años desde que llegásteis. Y es imprescendible que este mismo día lleguen nuevos miembros que reemplacen a los que ya murieron en la radiación de ahí fuera o ejecutados.-. El instructor aclaró su garganta antes de seguir, pues algunos de los nuevos se asustaron.
-Pero para que esto no pase ya os hemos recordado las reglas. Y esperemos que este año hayan menos muertes. Ahora os iréis a vuestras cabañas y hasta próximo saldréis. Aprovechad para conocer a los nuevos y procurad que duren.-.
Sono, Haruka y yo llegamos a nuestro "domicilio" y para nuestra sorpresa, una chica pelirroja de cabello por debajo del hombro ya estaba dentro atándose los cordones de sus zapatillas. La camiseta le quedaba un poco grande y apenas se le veían los shorts militares cortos.
-Oh, ya habéis llegado.-. Se bajó de... ¿Mi cama? -Me llamo Misaki. Un gusto conoceros.-.
La nombrada era un poco más baja que todas nosotras, pero tenía nuestra edad también. Y unos ojos verdes que destacaban un huevo.
-Oh mierda, ¡la campana! ¡A por las armas!-. Sip, eso era. Han conseguido hacer un agujero los muy cabrones. Espera, ¿Tampoco os lo conté? Ahí fuera hay un apocalipsis zombie. En fin, hora del suicidio colectivo...
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Cosa sin nombre.
ParanormalEsta historia la haré cuando me aburra, y no le puse nombre.