1; Peleas.

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Mary.

-¡Arriba, arriba perezosa!- dijo mi hermana, Layla, entrando a la habitación.

-No tengo ganas, déjame dormir- refunfuñé, estirando mi mano vagamente hacia el costado, donde estaba la puerta.

-No.

-¿Por qué eres tan mala conmigo?- pregunté despegando apenas la cabeza de la almohada.

-Porque puedo- sonrió con suficiencia y volví a apoyar la cabeza en la almohada con pereza.

-Argh, te odio.

-No es mi culpa que te quedes toda la noche jugueteando en Wattpad- dijo mientras buscaba algo de ropa para mí en mi armario, como todas las mañanas-, hablando con desconocidos y stalkeando a esos americanos raritos.

-No son americanos, son australianos. Y no son raros, son especiales- dije contra la almohada, conteniéndome de decir alguna grosería contra ella.

-Claro, claro. Cállate y ponte esto, saldremos a caminar por ahí- me revoleó la ropa en la cara y se fue.

-¡Estoy de vacaciones, las exijo!- grité mientras me levantaba a duras penas de la suave superficie de mi colchón.

-¡Cállate y cámbiate!- gritó mi otra hermana, Julie, la gemela de Layla.

-¡Las odio!- dije mientras entraba al baño. Ni me preocupé en mirar mi aspecto en el espejo ya que sabía perfectamente que me veía horrible, abrí el grifo y me di una ducha rápida para despertarme por completo.

Me sequé el cuerpo y envolví mi pelo con otra toalla, me puse la ropa interior y me fije en la ropa que me había dejado.

-LAYLA- grité cuando vi la ropa- ¿Acaso vamos a un prostíbulo o qué?

-¡No seas exagerada, ni que te hubiera dado una falda!- gritó de vuelta.

-¿Alguna vez se callarán?- escuché decir a Julie-, están peor que mamá con la regla.

Bufé y fui al armario para sacar otra muda de ropa. Elegí uno de mis clásicos pantalones negros, una remera larga, recortada en las mangas, y mis Vans negras todas pintadas con blanco.

Amarré mi pelo con una goma elástica y acomodé mi flequillo revoloteándolo un poco.

-Así estás peor- dijo Layla cuando entré a la cocina.

-Por lo menos no parezco puta.

-No entiendo que le encuentras de 'provocativo' a un short- dijo mientras ponía mi desayuno en la mesa.

-La palabra ya me parece provocativa- la escuché bufar y eso me alcanzó para sonreír orgullosa, siempre lograba hacerla enojar.

Me senté en mi lugar de siempre y comencé a tomar el jugo de naranja que estaba exprimido encima de la mesa.

-¿Y a dónde vamos a ir?- pregunté mientras mordía sin cuidado la tostada.

-A dar una vuelta.

-Ya sé genio, pero no me alcanza- le di un zape en la nuca a Julie-, necesito detalles... ¡Información!- exclamé, golpeando la mesa con mi puño, haciendo que las cucharas resonaran contra la mesa.

-Ya, ya. No eres política, no necesitas golpear la mesa- dijo Layla agarrando mi mano y acariciándola para que no la vuelva a golpear-. Además, ¿de qué te sirve saber? Vas a venir igual.

Se acomodó su cabello perfectamente rubio y se sentó frente mío a tomar su desayuno bajo en calorías. Giré mi vista hacia Julie, su pelo rubio con las puntas azul eléctrico, desayunando tostadas con dulce y un gran tazón de copos de cereal con leche.

Nuestra Rareza es Especial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora