Vivo en una casa grande, lujosa, alegre, con escalones anchos que da a la segunda planta donde está mi habitación, aunque muchas veces duermo en el sótano, el ambiente es agradable y un tanto misterioso a la vez, estamos un poco alejados del pueblo, para llegar a mi casa es mejor que vengas en caballo o carreta ya que a pie está un poco lejos, no tengo hermanos ni muchos amigos porque para mucha gente somos personas no gratas, pero en realidad soy simplemente una buena chica de 15 años.
Mi padre está poco en casa, así que la mayor parte de mi tiempo estoy sola y aprovecho de hacer lo que más me gusta, explorar el bosque. Él me ha enseñado a cuidarme sola y si viene gente del pueblo, a ocultarme en el subterráneo de la casa.
Tengo una facultad, puedo ver espíritus, gente muerta, y hasta puedo hablar con ellos por eso muchos me catalogan como bruja, pero no es así, simplemente veo lo que ellos no ven, personas que al igual que nosotros siguen viviendo pero en otro mundo. Desde que soy muy pequeñita los he visto, algunos son muy buenos otros no tanto y lograban asustarme, no quieren que yo les comunique nada a los vivos, simplemente conversan conmigo y ya, lo bueno de todo esto es que tengo una buena amiga que siempre viene a visitarme y no me siento tan sola.
Yo comparto con Anne Mari muchas cosas, incluso conversamos de chicos, al principio a ella le asustaba un poco verme pero ahora somos grandes amigas, ella es una chica más o menos de mi edad, a veces dice cosas extrañas cuando habla de su pueblo, no sé creo que se inventa muchas cosas, tiene mucha creatividad, y su ropa es un tanto extraña, siempre dice que yo vivo en el pasado, pero con todo y su imaginación nos llevamos muy bien, no sé cómo murió, la verdad siempre que estamos juntas me da la impresión que ella cree estar viva.
A mi madre nunca la conocí, mi padre siempre me ha contado que falleció cuando dio a luz, pero claro nunca la conocí viva pero su espíritu ha venido en varias oportunidades cuando estoy enferma a cuidarme, ella es uno de los pocos con los que nunca he podido hablar pero sólo su presencia me reconforta. La facultad de ver espíritus la saqué de mi padre.
Decidí escribir este diario por que algo extraño me sucede últimamente, no logro recordar detalles de mi infancia, ni siquiera detalles de lo que hice ayer, son como recuerdos borrosos.
Soy como cualquier chica de mi edad, al extremo coqueta, alegre y rebelde, bastante delgada de ojos y cabello café, me gusta coser en especial hacerme vestidos, debo usarlos largos pero yo me los hago por encima de la rodilla, así no siento tanto calor.
Ya hace tanto tiempo que no veo a mi padre que no recuerdo cuando fue la última vez que lo vi, siempre está trabajando.
En las noches cuando duermo tengo una pesadilla recurrente donde veo una escalera, mucho fuego y siempre logro despertar antes de que me queme.
Hoy, caminando por el bosque, apartando las ramas de todos los arbustos que estaban en mi paso, conseguí un objeto pequeño de lo más extraño, quisiera ver a Anne Mari en estos momentos. Ella viene a menudo pero yo no tengo forma de comunicarme para atraerla, sólo la veo cuando ella se deja ver. Ahorita que lo pienso bien, desde hace tiempo que el único espíritu que veo es a ella, a nadie más.
Al tocar el objeto todo a mi alrededor cambia, ya no veo árboles, tierra, ningún tipo de vegetación ni plantas, todo lo que veo es único, increíble, luces de colores, personas que se trasladan en aparatos similares a las carretas pero sin caballos, espacios reducidos, suelos de cemento, alejé rápido mi mano porque comencé a sentir escalofríos.
Al día siguiente, luego de pasar todo el día cociéndome un atuendo, desarmando varios vestidos y tratando de cambiar el estilo de mi ropa a uno similar como aquellas personas, me vestí y me armé de valor, caminé al lugar donde vi la caja mágica, di muchas vueltas, recorrí cada espacio que recordaba, me dolían las piernas en vano, no logré encontrarlo. Esta noche estoy agotada, miraba por mi ventana de la habitación, mi cuarto es grande con paredes de color miel, un armario más grande de lo que necesito, queda al otro extremo del cuarto de mis padres, miro las estrellas, reconozco algunas constelaciones mientras pienso que tal vez lo que vi fue sólo un sueño.
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El Diario de Cristina
Teen FictionDos chicas, dos mundos, una misma historia Novela corta de tres capitulos