Mi vida como obeso.

Parte 8

Melissa. Cuando tenía 11 años conocí a una niña llamada Melissa. Tenía el pelo morocha largo lasio, era alta, flaca, hermosa. Ella había sido la única que me había querido a pesar de mi gordura. Porque ella era diferente, a ella no le importaba el físico, no juzgaba a las personas por eso, ella se fijaba en la personalidad, en algo que todos se deberían fijar. Fue mi primer y última amiga que tuve, al año se cambio de escuela, así nada más, sin despedirse, sin dar un porque. Me dolió bastante, la única persona que me había querido sin más se había ido. Aún la recuerdo. Siempre me pregunto que será de ella. Ya han pasado 4 años. Como estará, como se sentirá, si tiene novio, si sigue siendo la misma de antes. Cada que la recuerdo me imagino volviéndola a ver. Sería lindo, agradable. Pero ni siquiera se si sigue aquí o si se fue a otra cuidad. Hacíamos todo juntos, comíamos, estudiábamos, paseabamos. Ella era de esas personas que con sólo verla te transmiten confianza, que le puedes decir cualquier cosa y ella no te juzgará, al contrario, te ayudará, te entenderá y seguirá a tu lado. Con sólo 11 años llegue a admirarla bastante. Realmente todos deberían aprender de ella, a no hacer sufrir a las personas, porque yo no escogí esta vida y este cuerpo, es lo que me tocó y hay que aceptarlo. Me acuerdo que Melissa tenía un hermano dos años mayor que nosotros, estudiaba en nuestra misma escuela, John. Recuerdo que el siempre la protegía, defendía de todos, nunca nadie se había acercado a ella como para que John la defienda, pero él siempre decía que ella era si hermanita menor, su princesita, y que no importaba la edad o el lugar donde estén, el siempre iba a estar ahí para ella y evitar que alguien la lastime. Me hubiera gustado tener un hermano igual, uno que me defienda de las burlas y me proteja de los golpes, hubiera sido lindo. Pero como mis padres se separaron hace 12 años, no me pudieron dar un hermanito, ya que mi madre no ha tenido novio.

Se debe sentir lindo el que te protejan, o, al menos, sentir que alguien te quiere.