I: Mis comienzos.

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Hacía un poco de frío, no estaba en el lugar de siempre, junto a mi mamá. Intenté abrir un poco mis ojos, pero estaba muy oscuro.

-¿Mami?- repetía una y otra vez al no verla por ningún lado.

Al parecer no estaba, seguro que salió a pasear como siempre lo hace, aunque mis hermanos tampoco estan y está más frío de lo común, el suelo se siente diferente.

Tenía mucha hambre, seguía llamando a mamá, pero no regresaba. Me quedé dormida, estaba muy cansada.

Me desperté asustada al sentir como todo mi alrededor se movía, empecé a llamar nuevamente a mamá pero no aparecía. Seguía oscuro y frío, miré una sombra gigante sobre mi, me asusté mucho y seguí llamando a mamá, pero ella no aparecía.

Todo seguía moviéndose alrededor, estaba muy asustada. Después de unos minutos, todo se detuvo, sentí que alguien me tomó por mi pancita y me levantó hasta posicionarme sobre él.

Escuchaba unos fuertes y acelerados golpes en él, como cuando me recostaba junto a mamá, creo que los llamaba latidos, aunque los de ella eran más suaves y me hacían tranquilizarme, pero los de ése ser eran muy fuertes, me asutaban un poco. Pasaba suavemente sus manos sobre mi cabeza, se sentía muy bien, como cuando mamá pasaba su lengua sobre mi cabeza. Aún seguía asustada y hambrienta, si mencionar que seguía muriendo de frío, aunque el poco calor que me proporcionaban las manos de aquél ser me bastaban para dejar de temblar.

Volvió a dejarme en aquella cosa de cuatro paredes, un lugar muy pequeño y frio. Intenté salir, pero no llegaba a los bordes de esas paredes, me quedé en una esquina, aún asustada y llamando a mamá, esperando que llegara, pero ella nunca apareció.

Volví a asustarme cuando aquél ser volvió a sacarme de ese pequeño lugar. Olfatee algo con un delicioso aroma, casi parecido a lo que mamá nos daba, de repente, tuve un objeto extraño en mi boca. Parecía lo que usaba mamá para darnos leche, pero ese era un poco más grande e incómodo de usar. Aunque podía beber leche de él, no como la de mamá, pero con el hambre que tenía era toda una delicia con la cuál casi me ahogo.

Empecé a sentir mucho sueño, aquél ser seguía acariciando mi cabeza, haciendo imposible mantenerme despierta. Ya no tenía mucho frío, el suelo ahora no era el mismo, ni tampoco el que tenía con mamá, era mucho mejor, era muy cómodo y calientito, pero seguía extrañando las caricias y latidos de mamá.

La vida de Zoé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora