El recuerdo de un muerto

41 4 1
                                    

16 de mayo del año 765, ni un sonido, la calle completamente vacía, acompañado de mi lámpara de aceite y el tenue brillo de las estrellas que las nubes camuflaban, había salido de la iglesia tan tarde como de costumbre, pero aquella noche era espesa, extraña, las moribundas luces que el vuelo iluminaban se empezaron a estremecer y a desaparecer sin motivo aparente, el silencio se apoderó de Dirtwall y el latido de mi corazón resoba contra las paredes de ladrillo en las húmedas calles, tras quitarme de la cabeza la extraña sensación que me aterrorizaba en secreto me di cuenta de algo, el latido de mi corazón no era el único que me acompañaba, unos paso que con furibundo sonido resonaban tras mis pisadas y note como un escalofrío recorría mi nuca...

Intenté acelerar el paso sin resultado alguno, la presencia que sin miedo alguno observaba mis movimientos me seguía incluso más rápido, el miedo se apoderó de mi cuerpo y sin pensarlo dos veces empeze a correr, el sonido que fingian ser pasos se convirtieron en un galopar estruendoso que parecía derribar todo obstáculo que se interpusisiese, fatigado acabe derrumbandome en el callejón de Kind street, con paso interrumpido y respiración dudosa llege al final del callejón, solo para toparme con una pared, era hombre muerto, intenté evadir la idea de que una bestia me buscaba y que saldría sin vida de la ciudad, no pude, aterrorizado sujete la Cruz en mi cuello y me di la vuelta solo para toparme con la nada, vacío, solo la la luz de la lámpara hacia acto de presencia en el estrecho callejón, traspuesto recordé haber dejado caer el sombrero en el cabo del callejón, me di la vuelta a recogerlo, no podía creer lo que veía, no queria creerlo, se había acabado, una gigantesca figura negra se alzaba triunfante ante mi, dos ojos rojos como carbones ardientes clababan su mirada en mi pecho, y en un respiro que aspiraba a ser un grito de terror mi vida como humano acabo... Tras ello solo sentía como un viento glacial rozaba mi cuerpo a veces simulando susurros que querían trasmitirme un mensaje, me encontraba en la oscuridad, preso de mis propios miedos, no quise abrir los ojos siquiera.

En aquel instante un calor abrasador empezó a palpitar en mi pecho, aceleraba cada vez más, y se iba extendiendo a cada segundo que pasaba, una luz cegadora me deslumbró, había abierto los ojos, estaba vivo y mucho más que antes, estaba en una sala blanca embutido en mi gabardina y con mi sombrero a un lado, llevé mi mano a la Cruz que de mi cuello creía que colgaba, solo para darme cuenta de que ya no estaba ahí.

-Que vulgar

Río una voz jovial a mis espaldas

-Tu, un ser que no está anclado a nada que pueda retenerle en este mundo cree en un dios inexistente, que vulgar
Repitió la voz burlona, me di la vuelta para ver la cara de mi supuesto secuestrador y al hacerlo me tope con un adolescente de pelo blanco como la nieve, su burlona sonrisa se escondía entre capas y capas de ropa de colores maravilloso y excesivamente adornadas, sus ojos verdes con un misterioso brillo y cada una de sus orejas estaba repleta de ornamentos de color dorado.

-No soy como lo esperabas verdad? Y si, soy tu secuestrador, y no esta sonrisa no es tan jovial como tu piensas.
Volvió a sonreír el pequeño hombrecillo, sabía lo que pensaba, como? No me enforce en buscar una respuesta válida para la duda.

-Padre (dijo el joven) así es como te llaman no? Gracioso! Pero la pregunta correcta no es quien soy yo, sino quien eres tu, adelante respondeme con completa sinceridad!
Hice amago de limpiar mis ropas y me puse en pie.

-Padre Ronald, Ronald Crawford, y un jovenzuelo como tu no debería ser tan arrogante con un mayor...

-Lo mismo he de decir, Ronald (interrumpió mi discurso entre carcajadas) un "jovencito" como tu no debería hablar así a sus mayores!

Estupefacto intenté reprimir la osadía del joven, pero un gesto de su mano derecha que cargada de anillos pedregados que se movió haciendo un medio círculo, mis labios, en un instante se detuvieron y mis músculos se tensaron hasta el punto en que no me permitió ni un simple pestañeo.

-Escucha, y calla, has muerto, para toda la raza humana tu, no existes,  pufff olvidado, pero yo te he devuelto la vida que tu solo te arrebataste al creer en "dios", no eres humano y nunca lo fuiste, te engañaste a ti mismo, eres parte de la familia blanca, seres sin atadura alguna, no conozco ni el tiempo ni el espacio, más antiguo que el universo mismo, solo vives una mentira, esta no es tu edad real y esta no es tu apariencia! Querías una vida normal! Y casi mueres como un simple clérigo, PATETICO!

El silencio se apoderó de la sala que antes se hayaba estremecida por la potente voz del "muchacho".

En aquel silencio no había nada que pudiese romperlo, ni siquiera, el latido de mi corazón, no tenía pulso alguno, al pensar en ello la angustia lleno mi cuerpo, me lancé al suelo en un grito desconsolado que finalizó con la carcajada del joven.

-Idiota... Buscas tu corazón no es así?, recuerda, no eres humano, tu nunca lo has tenido, todo estaba dentro de tu cabeza!

Mi realidad se veía desmentida por las palabras de un joven arrogante, no quise pensar nada más, coji ambas solapas de mi gabardina y me acurruque en el suelo, llorando como un niño, no tenía futuro, ni pasado, todo era mentira.

Mi llanto parecía hacer vibrar todo a mi alrededor, tenía miedo.

Sentí calor de nuevo, esta vez no en mi pecho, sino en mi hombro, el joven se había encorvado y se encontraba apoyando su mano izquierda en mi hombro, con su mano derecha hizo gesto de confianza y la extendió hacia mi, y con una voz suave casi familiar dijo:

-levanta, hermano...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 23, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El instrumento del precursorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora