Capítulo 1: La Despedida

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-Y la señorita Dylan Blake, capitana de los Furias Rojas, marca el triple definitivo que da la victoria a su equipo- Anuncia el comentarista por el micrófono y todo el gimnasio estalla en aplausos, silbidos y gritos de ánimo mientras los chicos me levantan gritando mi nombre.
-Aménme putos soy la mejor!- grite una vez que me dejaron en el suelo.
-A celebrar la última victoria de Dylan con los Furias Rojas- Grito Ian, mi mejor amigo y todos lo apollaron saliendo del gimnasio.
-Supongo que entraras en el equipo de basquetball del nuevo internado- supuso mi entrenador, alias mi padre.
-Supones bien papa- le conteste dirigiéndose hacia las duchas femeninas.
(...)
-Quiero hacer un brindis por nuestra capitana, el equipo no será el mismo sin sus gritos y sus locuras- dijo Luke alzando su cerveza.
-Maldita rubia idiota vas a lograr que llore- dije alzando también mi cerveza mientras me limpiaba una falsa lágrima.
-Abrazo de equipo!- grito Nicklaus y todos nos fundimos en un abrazo, en el cual pude notar que alguien toco mi trasero.
-Greg! Juro que te voy a cortar la mano como vuelvas a intentar tocarme alguna de mis partes prohibidas!- le grite separándose del abrazo y dándole un zape.
-Yo se que echarás de menos mis coqueteos- contesto formando su famosa sonrisa moja vargas, sonreí negando con la cabeza, la verdad es que tenía razón iba a echar mucho de menos a estos idiotas, me he criado con ellos y tener que dejarlos es algo difícil, no pude evitar que una lágrima se resbalar por mi mejilla.
-Hey Dylan que sucede?- pregunto un Ian preocupado.
-No quiero dejarlos, los quiero demasiado, son como mi segunda familia- Conteste ya sin poder aguantar las lágrimas.
-Yo tampoco quiero que te vayas- grito Luke abrazándose mientras también se echaba a llorar.
-Mierda, se supone que los machos no lloran- solloza Greg, y en cuestión de segundos ya tengo a todo el equipo de basquetball abrazandome y llorando, no se que are sin estos sucios y pervertidos chicos.
-Me voy un momento al baño y ya estáis llorando como nenas- escucho que dice mi padre detrás de nosotros.
-Te recuerdo que yo si soy una nena- le recuerdo a mi padre, el cual sólo se encoje de hombros.
Al cabo de un rato ya todos nos despedimos y cada uno se va a sus respectivas casas, mañana es la mudanza y la verdad es que estoy nerviosa.
-Ya tienes todas tus cosas listas?- pregunto mi padre antes de que me subiera directa a mi habitación.
-Si, ya está todo listo para mañana- le digo con un pequeño suspiro.
-Ven, sientate- me dice palmeando el sofá a su lado, yo me acerco y me siento- Se que se te va a hacer difícil dejar a los chicos, a mi también me resulta difícil, pero puedes seguir hablando con ellos y quedar los fines de semana- me intenta animar mi padre.
-no es sólo eso papa, y si no soy lo suficiente buena para entrar al equipo de allí?- le explico triste.
-Cariño el basquetball es tu deporte entraras asta con los ojos cerrados, ahora vete a dormir que mañana tenemos que irnos temprano- me alentó el mientras me despeinaba el pelo y besaba mi frente, a sentí devolviéndole el beso en la mejilla y me fui a dormir.
Mi padre me crió solo ya que mi mama murió cuando yo nací, nunca he tenido una presencia materna que me enseñará a maquillarme o que me preparará para cuando me llegará mi primera menstruación, pero la verdad es que tampoco me quejo, mi padre y los chicos me han ayudado siempre que era necesario. Definitivamente los extrañaría.

Ella Y El BasquetballDonde viven las historias. Descúbrelo ahora