Hacía dos semanas que me había mudado a la ciudad en Detroit, por una gran propuesta de trabajo que me habían ofrecido y la verdad es que no podía dejar una oportunidad como esa, desde la devastadora partida de mi padre tuve que valerme por mi propia cuenta. Siendo mesera de un bar de mala muerte en New York, la paga era una miseria pero con la situación económica en el país era lo mejor que podías conseguir en tiempos como estos sino querías acabar en la calle mendigando por un pedazo de pan.
Recuerdo una de esas últimas noches laborando en aquel lugar, un hombre misterioso me llamó con un gesto con la mano desde donde se encontraba sentado mientras me encontraba una de las mesas tratando de limpiar los residuos de cerveza derramada en la superficie. A pesar de que pudo llamar a otras chicas del local que estaban tan cerca de él, exclusivamente me llama a mí, con algo de intriga deje de lado lo que había estado haciendo y me echo andar con total seguridad en cada paso que doy hasta su mesa preparándome para plantarle un derechazo por si resultaba ser el típico borracho que intentaba sobrepasarse con las chicas de este lugar, estaba preparada para todo.
— ¿En qué puedo ayudarlo? —Dije con firmeza lo suficientemente alto como para opacar la música que sonaba de fondo.El hombre encapuchado mordisqueo la tripa del habano que tenía en la boca mientras sentía que me atravesaba con la mirada. A pesar de no poderle ver del todo su rostro, pasan unos cuantos minutos que en mi parecieron eternos en silencio el hombre fumó en lo alto observando su entorno y exhalar la capa espesa de humo articula.
— ¿Por qué trabajas aquí? —Inquiere directamente en tono serio mientras repasa sus dedos por su prominente barba de candado, su pregunta me deja sorprendida ya que ni balbuceaba ni parecía que estuviera afectado por el alcohol.— Por simple supervivencia. —Contesté al instante sin mostrar ninguna emoción, ni muestra de haberme inmutado por su repentina pregunta. — ¿Va a querer algo de beber? —Corto evadiendo alguna otra pregunta que quisiera formularme con anterioridad, el hombre de apariencia mayor me lanza una media sonrisa llena de calidez y complicidad pero, finalmente termina por pedir una jarra de cerveza, ni siquiera me hacía falta apuntar su pedido ya que el local estaba desértico casi todas las semanas era así. En ocasiones me sentía impotente cuando Lucy engatusaba a los pocos hombres que venían al bar. Lucy era una chica despreocupada que no se complicaba en lanzársele a los hombres con tal que le prestarán atención o algo más que por supuesto yo no era así ni en broma, gracias al cielo que hoy no estaba aquí. Esa vez me dirigí a la barra y cuando volví con su pedido soltó enseguida.
— ¿No quieres dejar este trabajo? —Al ver la reacción endurecida en mi rostro el hombre se retracta al instante —Perdona, no te ofendas... —Dice con un tono de verdadero arrepentimiento. —Lo que digo es que, puedo ofrecerte un trabajo mejor que limpiar mesas y lidiar con borrachos necios además que serás muy bien pagada. —Murmura expulsando el excéntrico humo del habano entre sus labios.
—¿Por qué me estás diciendo esto a mí? —Repliqué en tono seco, retorciendo el paño que utilizaba para limpiar detrás de mi espalda.
—He visto cómo te desenvuelves durante las dos horas que he estado aquí. ¡Chica! Eres controladora y dura como una jodida roca, eso necesito. —Exclama con humor mientras se retira la capucha de la cabeza dejando relucir su reluciente calvicie. —Verás. Necesito a una asistente, alguien que arriende y no se deje flaquear por nadie. —Aclaró antes de que mi mente comenzara a dar alusión a cualquier otra barbaridad.
—Me lo estás dejando en bandeja de plata; un puesto decente, paga considerable. ¿Hay algo detrás? — Ataje apoyándome en la mesa sin mostrar interés en lo que me estaba proponiendo.
El hombre misterioso se echa hacía atrás en su silla retirándose el habano de la boca sin alejar la mirada de mi rostro indescriptible. —Bueno, sí...—Confiesa repasando dos dedos por su frente a sabiendas que no iba a ser fácil de convencer. —Tú trabajaras para un reconocido rapero. Ya sabes controlando sus horarios, citas y demás también tendrás tu propio departamento y una buena paga pero... tendrás que afincarte en Detroit. —Finalmente concluye encogiéndose de hombros sin querer dar muchos detalles todavía, sacude las cenizas de su tabaco mientras que con su mano libre cogía de la jarra empinándose en un buen trago de cerveza esperando una respuesta mía. Sin embargo me quedo callada en mi lugar, contorsionando el paño entre mis dedos de un lado a otro sin saber qué hacer, por un lado ansiaba aquel empleo que me ofrecían pero dejar mi ciudad y mi hogar me costaría bastante, vivía en los barrios bajos de New York. Sin embargo, fue el lugar donde crecí con mi padre... tantos recuerdos inundaban mi mente justo en ese momento que me hacían un nudo en la garganta. El hombre calla pero, emite un suspiro de decepción por lo que se levanta dispuesto a irse llevándose el tabaco a la boca si no antes, se pone a rebuscar entre sus bolsillos y extrae 40 dólares de su cartera entregándomelos.
—P-pero, solo son 20 por la cerveza. —Difiero devolviéndole los otros veinte pero el buen hombre me explica que me quede con el vuelto, después de eso saca una pequeña tarjeta de presentación y leo las letras en negritas su número telefónico y por último su nombre.
«Paul Rosenberg» dije para mí misma.
—Si cambias de opinión, no dudes en llamarme, eh... —Se detiene titubeando por un momento señalándome con un dedo mientras buscaba algún tipo de identificación con mi nombre.
En ese instante aparte la mirada de la tarjeta y asentí con determinación, guardando el trozo de cartulina en mi bolsillo derecho de mis vaqueros. —Eve, me llamo Eve. Gracias, lo pensaré, Paul.— Solté con voz dura pero sin mostrar molestia alguna mientras Paul caminaba hacia la salida
Y así es como ahora estoy aquí en mi nuevo "hogar".
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Guts Over Fear
FanfictionEsta historia contiene representaciones gráficas de sexualidad, lenguaje adulto, y/u otras temáticas adultas. Se recomienda discreción.